Director: Manuel Mur Oti
España, 1949, 82 minutos
Un hombre va por el camino (1949) |
Debutaba Manuel Mur Oti en la dirección de largometrajes con una historia, escrita por él mismo, cuyos rasgos principales denotan ya la intensa personalidad de un cineasta que había de destacar en su doble faceta de creador especialmente dotado para el melodrama y retratista de personajes femeninos que responden al perfil, nada común para la época, de mujer fuerte. Sin embargo, y por paradójico que parezca, Un hombre va por el camino (1949) alude desde su propio título a la solitaria efigie de un simpático trotamundos que se planta un buen día en la cima de Monte Oscuro para dar un giro a su destino y al de una joven viuda llamada Julia (Ana Mariscal).
Aunque, dada la condición de barbudo de Luis (Fernando Nogueras), así como su aversión hacia el trabajo manual, cabría preguntarse si en realidad se trata, según la terminología en boga por aquellos años, de un simple "vago o maleante" o si, por contra, estamos ante un antiguo republicano depurado por el Régimen y, por ende, incapacitado para ejercer su antigua profesión. Sospechas que el espectador baraja a lo largo del relato y que va sucesivamente descartando (por ejemplo, cuando el caminante revisa la biblioteca del difunto Enrique y declara su disconformidad con el darwinismo) hasta llegar a un sorprendente desenlace melodramático marca de la casa.
No faltan, asimismo, otros elementos que serán una constante en la ulterior filmografía del cineasta, como el entusiasmo con el que se muestran las tareas campestres, ya sea en escarpados terruños de labrantío o bien durante la siega de parcelas rebosantes de trigo candeal, así como las habladurías que suscita entre los vecinos de Tierra Vieja (y en especial entre sus ancianas arpías) la presencia en el lugar del misterioso forastero que se ha instalado junto a una mujer sola y la hija de ésta.
Pese a la poca verosimilitud del planteamiento inicial, Mur Oti compensa las posibles carencias del libreto con una soberbia puesta en escena cuyas principales bazas residen en la magnificencia del paisaje (los exteriores se filmaron en el leonés valle de Riaño, hoy desaparecido, en su mayor parte, bajo las aguas del pantano), la impecable fotografía en blanco y negro de Manuel Berenguer y una emotiva partitura, a cargo del maestro Jesús García Leoz, que subraya el carácter conmovedor de los hechos que aquí se refieren.
Hola Juan!
ResponderEliminarCreo que en las poblaciones pequeñas la llegada de un desconocido siempre despierta dudas y curiosidad, a día de hoy la cosa funciona mas o menos igual. Así a todo es una trama muy interesante, me la apunto.
A mi la barba de Fernando Nogueras me recuerda a tripulante de submarino...jeje
Saludos y feliz Sant Jordi!
Supongo que en comunidades cerradas, en las que nunca pasa nada relevante, debe de ser inevitable sentir curiosidad ante la novedad. Con todo y con eso, a partir de unos elementos tan comunes, Mur Oti construye una historia que tiene algo mágico, como de cuento.
EliminarSaludos.