Título original: A Double Life
Director: George Cukor
EE.UU., 1947, 104 minutos
Doble vida (1947) de George Cukor |
Un actor está dividido en dos partes al actuar. Ustedes recordarán la forma en que lo explicaba Tommaso Salvini: "un actor vive, llora, ríe, en el escenario, pero al llorar y reír observa sus propias lágrimas y alegría. Esta doble existencia, este equilibrio entre la vida y la interpretación es lo que crea el arte".
Como ven ustedes, esta división no hace ningún daño a la inspiración. Por el contrario, la una alienta a la otra. Por otra parte, también en la vida real llevamos una doble existencia. Pero eso no nos impide vivir y experimentar emociones fuertes.
Constantin Stanislavski
La construcción del personaje
Traducción de Bernardo Fernández
Cualquiera diría que la cita de Stanislavski que precede a estas líneas fue escrita expresamente pensando en la película que ahora nos ocupa. Porque es precisamente esa doble existencia de la que habla el teórico ruso la que inspiró al matrimonio de guionistas Ruth Gordon y Garson Kanin la escritura de una historia que es a la vez un homenaje a la profesión de actor y a los riesgos que comporta.
En el caso del Anthony John que de forma tan magistral encarna Ronald Colman (y que le valió el Óscar) se rompe dicho equilibrio hasta el punto de que su propia personalidad se ve totalmente invadida por el arrollador ímpetu de Otelo. No es que se meta en el personaje: es el personaje el que se mete en él. Tanto es el brío del celoso moro de Venecia y de los héroes shakespearianos en general, como quedaría patente en años sucesivos con las periódicas incursiones que hiciera en el universo del vate inglés Orson Welles, otro portento de la naturaleza.
Aunque Colman no fue la primera opción para protagonizar A double life: antes que él, habían rechazado el papel Laurence Olivier y Cary Grant. De modo que, a pesar del respeto que le imponía interpretar un clásico, supo aprovechar una ocasión que acabaría valiéndole el reconocimiento de la Academia.
Otro de los atractivos de Doble vida es ver a Shelley Winters en los inicios de su carrera. De hecho, su recreación de la camarera Pat Kroll la catapultaría a la fama. También aparece fugazmente Betsy Blair, pese a carecer de diálogo. Del resto del reparto destacan la sueca Signe Hasso (Brita) y Edmond O'Brien como Bill Friend.
Mezclar los celos enfermizos de un arquetipo de la literatura universal con el competitivo mundo de Broadway más la compleja psicología de una estrella de los escenarios es sin duda un acierto, aparte de una auténtica bomba de relojería que acaba dando pie a todo un tour de force pasional e interpretativo: el del beso de la muerte.
Aunque Colman no fue la primera opción para protagonizar A double life: antes que él, habían rechazado el papel Laurence Olivier y Cary Grant. De modo que, a pesar del respeto que le imponía interpretar un clásico, supo aprovechar una ocasión que acabaría valiéndole el reconocimiento de la Academia.
Otro de los atractivos de Doble vida es ver a Shelley Winters en los inicios de su carrera. De hecho, su recreación de la camarera Pat Kroll la catapultaría a la fama. También aparece fugazmente Betsy Blair, pese a carecer de diálogo. Del resto del reparto destacan la sueca Signe Hasso (Brita) y Edmond O'Brien como Bill Friend.
Mezclar los celos enfermizos de un arquetipo de la literatura universal con el competitivo mundo de Broadway más la compleja psicología de una estrella de los escenarios es sin duda un acierto, aparte de una auténtica bomba de relojería que acaba dando pie a todo un tour de force pasional e interpretativo: el del beso de la muerte.