Ni la sala Chomón de la filmoteca catalana es una sala de conciertos ni éste es un blog sobre música. Pero, dadas las circunstancias, merece la pena hacer una excepción: Hanna Schygulla ha actuado hoy en Barcelona, acompañada al piano por Jean-Marie Sénia (el mismo que compusiera, hace ahora exactamente cuarenta años, la banda sonora del filme de Alain Tanner Jonas qui aura 25 ans en l'an 2000). Y lo ha hecho con la misma sencillez que destilan sus interpretaciones en la gran pantalla.
Porque si algo domina a la perfección la artista alemana es el papel de gran diva: no de las que se muestran distantes y fatales, sino la mujer de mundo con don de lenguas que posee la habilidad de hacernos creer que olvida la letra de sus canciones o que necesita preguntarle continuamente a su pianista cuál será la siguiente que tocarán, para crear así entre el auditorio la ilusión de que asistimos a una genial improvisación.
En esa misma línea, también ha insistido mucho, siempre con dulzura, que le subiesen el volumen del micro, ya que de lo contrario no se escuchaba a sí misma y eso le hacía perderse. Lo cierto es que la acústica era más que correcta, aunque ya se sabe que en estos casos unas gotas de coquetería siempre vienen bien...
El repertorio, planteado como una larga confesión de Schygulla con los asistentes (la primera vez que cantó en público fue a los cuatro años, en uno de los destartalados trenes de después de la Segunda Guerra Mundial), ha consistido en temas con letra del poeta Rimbaud o del mítico Jean-Claude Carrière. Con este último, la actriz y cantante ha admitido que vivió una aventura que los llevó "más allá de los mapas", pese a que, como es lógico, la mayoría de sus recuerdos han tenido como protagonista a Rainer Werner Fassbinder (1945–1982). Del malogrado cineasta, para el que trabajó en muchos de los títulos de su prolífica filmografía, ha dicho que fue un chico muy tímido pero con una poderosa fuerza interior a la vez.
Asimismo, ha habido tiempo también de picotear algunos clásicos de Édith Piaf ("Milord", "La vie en rose"...), antes de poner el broche final con la imprescindible "Lili Marleen". Y poco más: tras hora y media de actuación, Hanna Schygulla se ha marchado entre los merecidos aplausos de un público en pie que abarrotaba la sala grande de la Filmoteca de Catalunya, dejando tras de sí el buen sabor de boca que sólo está al alcance de quien canta como quien respira.
Hanna Schygulla, posando en la Filmoteca de Catalunya para el diario Ara |
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