Director: José Luis García Sánchez
España, 1976, 91 minutos
Los hijos de la burguesía juegan a ser proletarios
Colorín colorado (1976) de García Sánchez |
Continuación lógica de El love feroz o Cuando los hijos juegan al amor (1975), Colorín colorado tomaba el pulso, en clave de comedia, a la situación política y social que se estaba viviendo en aquel entonces en España. Y como ya sucediera en el primero de los títulos mencionados, la pareja protagonista volvía a estar interpretada por Saza y Mary Carrillo. De hecho, el conflicto que plantea Juan Miguel Lamet en su guion viene dado, en un principio, por la intolerancia de don Vicente hacia Fernando (Juan Diego), el cojo rojo con el que convive su hija Manoli (Teresa Rabal).
Sin embargo, conforme avance la película se irá viendo que el choque generacional e ideológico entre la vieja guardia y los jóvenes aperturistas está plagado de matices. Para Rebolledo (Antonio Gamero) todo se reduce a adular a don Vicente para luego llamarle fascista a sus espaldas. Su mujer María Jesús (Fiorella Faltoyano) parece coquetear con ambos bandos y en cuanto a Manoli y Fernando aparentan ser los más combativos, pero acabarán aceptando el dinero y el chalé que les ofrecen los padres de ella. Es precisamente Manoli quien, ante el orgullo y la pretendida dignidad de Fernando, acabará por espetarle que: "¡Mucho hijo de portera y mucho progre de mierda, pero comiendo a dos carrillos y recogiendo de las dos Españas a la vez!"
Y todo para que al final resulte que la única que tenía una verdadera conciencia de clase era la sumisa criada Almudena (interpretada por María Massip, esposa en la vida real de Juan Miguel Lamet), quien ante los intentos de sonsacarle su activismo político por parte de un Fernando ya totalmente fagocitado por el sistema le responderá entre risas con un lapidario: "Porque el rojo es usted, señorito".
"Colorín colorado este cuento no ha acabado / colorín colorado y ni siquiera ha empezado" dirá el estribillo de la canción cantada por Víctor Manuel, autor de la banda sonora, mientras aparecen los títulos de crédito y vemos al equipo de rodaje poniendo punto y final a la filmación, en un juego de apariencias con el que se pretende subrayar la falsedad de todo lo que hemos presenciado.
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