Título original: Il Decameron
Director: Pier Paolo Pasolini
Italia/Francia/Alemania, 1971, 111 minutos
El Decamerón (1971) de Pasolini |
Ya habían los años de la fructífera Encarnación del Hijo de Dios llegado al número de mil trescientos cuarenta y ocho cuando a la egregia ciudad de Florencia, nobilísima entre todas las otras ciudades de Italia, llegó la mortífera peste que o por obra de los cuerpos superiores o por nuestras acciones inicuas fue enviada sobre los mortales por la justa ira de Dios para nuestra corrección que había comenzado algunos años antes en las partes orientales privándolas de gran cantidad de vivientes, y, continuándose sin descanso de un lugar en otro, se había extendido miserablemente a Occidente.
Giovanni Boccaccio
El Decamerón
Traducción de Pilar Gómez Bedate
Habituado a participar en filmes de episodios, tan en boga durante los años sesenta, parece lógico que Pasolini adaptase la obra del inmortal Boccaccio como primera entrega de la que iba a ser su Trilogía de la vida. Y lo hizo dándole un toque eminentemente popular cuyo rasgo más llamativo, aparte del bullicio de mercados y patios de vecinos, sea el dialecto napolitano que pone en boca de muchos de sus personajes, seres un tanto pintorescos a los que gusta filmar en primer plano recreándose en sus imperfecciones.
Apenas nueve relatos, de entre el centenar que componen el texto original, son los elegidos por el cineasta para llevar a cabo su personal aproximación al medievo. La temática de todos ellos gira invariablemente sobre el sexo y la codicia, dando lugar a situaciones cómicas en las que el adulterio, la traición o el engaño constituyen la tónica general de una picaresca "al itálico modo".
Ni que decir tiene que semejantes ingredientes, unidos al erotismo de unas imágenes en las que abundan los desnudos, garantizaron el éxito en taquilla de la cinta. No en vano, fueron muchos los detractores que quisieron ver en Il Decameron (1971) los primeros síntomas de decadencia por parte de un autor que parecía dejar de lado sus anteriores alegatos anticapitalistas cuando lo que en realidad pretendía era atacar de pleno las buenas costumbres de la moral burguesa.
Sea como fuere, la película nos ofrece un fresco por completo exultante en el que Pasolini se reserva el papel de pintor, tal vez el oficio más parecido al de cineasta en aquella Europa de callejas abarrotadas y catedrales en construcción. Sus palabras, en el preciso instante que precede el final, adquieren la dimensión de máxima lapidaria a propósito de la creación artística: "¿Por qué crear una obra de arte si soñarla es mucho más grato?"
La primera dificultad de este tipo de adaptaciones es elegir entre los múltiples relatos que contiene el libro.
ResponderEliminarEn todo caso, los grandes cineastas como Buñuel o el propio Pasolini se aprovechan de la obra literaria que adaptan para crear algo radicalmente distinto, siempre en consonancia con sus inquietudes artísticas.
EliminarSeguramente el film fue criticado en su momento por su aparente falta de pretensiones. Sin embargo, me parece una película muy hermosa, aparte de muy divertida.
ResponderEliminarUn abrazo.
Totalmente de acuerdo contigo, Ricard.
EliminarUn abrazo.