Título original: Una vita violenta
Directores: Paolo Heusch y Brunello Rondi
Italia/Francia, 1962, 106 minutos
Una vida violenta (1962) de Heusch y Rondi |
Adaptación cinematográfica de la segunda novela publicada por Pasolini, Una vita violenta (1962) adolece, sin embargo, de una puesta en escena tirando a tremendista, motivo que tal vez explique el escaso predicamento del que hasta la fecha ha gozado la cinta. Cierto que los ambientes descritos resultan, ya de por sí, bastante sórdidos, con ese barrio de chabolas del extrarradio romano donde el único espacio un tanto acogedor es la sede local del entonces vigoroso Partido Comunista Italiano, centro neurálgico al que acuden las parejas los días que hay baile.
De hecho, la cuestión política se vislumbra como telón de fondo cuando al protagonista, Tommaso (Franco Citti), se le plantea la disyuntiva, acuciado por las estrecheces económicas del medio social en el que vive, de si afiliarse o no al Partido Democrático (probable alusión encubierta a la todopoderosa Democracia Cristiana), si bien las constantes referencias al pasado fascista de Italia dejan entrever, asimismo, una sociedad bastante polarizada a nivel ideológico.
Como suele ser habitual en la narrativa pasoliniana, la juventud que aquí se describe se caracteriza por un afán desmesurado, rayano en la desesperación, de abrirse camino por la vía fácil de la delincuencia, ya sea atracando gasolineras o agrediendo a alguna pareja de enamorados a la que asaltan en el interior de su propio coche para quitarles el dinero y hasta abusar de ella. Aunque ese vivir al límite esconde, en realidad, unas ganas locas de extraerle todo el jugo a la existencia. Sobre todo a partir del momento en el que Tommaso conoce a Irene (Serena Vergano), muchacha angelical por la que estará dispuesto a reformarse si las circunstancias y su salud se lo permiten.
Son varios los elementos de raíz folletinesca (una breve estancia entre rejas, la inundación del poblado, el ingreso en un sanatorio para tuberculosos...) que se dan cita en el guion de este filme. No faltan escenas de violencia gratuita, con reyerta a navajazo limpio incluida, así como momentos de hondo dramatismo que, por contraste, contribuyen a dejar la posible denuncia social del argumento en un muy segundo plano, desplazando el desenlace de la historia hacia una vertiente estrictamente lacrimógena del relato.
Parece que sigue bastante el argumento de otras películas de la época.
ResponderEliminarPor lo menos de aquellas en cuyo guion participó Pasolini.
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