Director: Pedro Lazaga
España, 1965, 80 minutos
El cálido verano del Sr. Rodríguez (1965) |
Aunque estemos ya en otoño, las suaves temperaturas del veranillo de San Miguel se prestan para el comentario de una cinta tan sumamente estival como El cálido verano del señor Rodríguez (1965). Engendro cómico, con su buena dosis de crítica costumbrista, que llevaba décadas fuera de circulación y que ahora, debidamente restaurada por la Filmoteca Española, vuelve a gozar de una nueva vida.
Hecha a medida de la sin par vis histriónica de José Luis López Vázquez, lo cierto es que el guion de la película, aparte de retratar a un tipo muy común de nuestra idiosincrasia hispánica, abunda en referencias socioculturales de aquel entonces que hoy pueden llegar a abrumarnos, en algunos casos, por su incorrección política (como aquello que dice el protagonista a propósito de los gitanos: "Donde habites, no hagas daño"), pero que, dado su valor testimonial, arrojan una impronta certera sobre aquella España en blanco y negro de hace sesenta años.
A juzgar por cómo la expresión está presente en el título e incluso en buena parte de los diálogos, lo de permanecer sólo en la ciudad mientras mujer e hijos se marchan de vacaciones (es decir, quedarse de "Rodríguez") debe venir de antiguo, sin que esté muy claro el origen de semejante modismo. En todo caso, lo que verdaderamente define al personaje no es tanto su afán crápula, sino una proverbial fanfarronería a la hora de exagerar o directamente inventar sus gestas.
De hecho, la estructura del filme se divide en dos partes claramente diferenciadas en torno a cómo diantre ha acabado Pepe Rodríguez con un ojo a la virulé. Así pues, si hasta la mitad de la trama visualizamos las mentiras que el petulante oficinista le cuenta a un antiguo camarada que recoge en su seiscientos descapotable (Agustín González) o, tras llegar a casa, a su propia esposa (Elvira Quintillá), el resto de metraje consiste, en cambio, en mostrarnos "la verdad", si es que esa palabra quiere decir algo fiable. En todo caso, el tal Rodríguez no dudará en consultar sus dudas con el espejo para acabar llegando a una conclusión que el espectador avezado haya tal vez advertido a lo largo del relato. Y es que todas las mujeres de las ensoñaciones del pobre Rodríguez tienen, en realidad, la cara de su señora...
Retrato costumbrista con el impagable López Vázquez al frente.
ResponderEliminarSí, aunque la película destila al mismo tiempo un cierto poso agridulce.
EliminarPedro Lazaga fue un director al que entonces y ahora se le suele despachar con apresuramiento, desgana y definiciones estándar. Cierto que en su extensa filmografía (casi un centenar de películas) hay de todo, pero siempre mostró una sabiduría especial para saber colocar la cámara en ese lugar preciso en que su presencia "desaparece" para servir al relato de la manera más fluida con movimientos funcionales y equilibrados capaces de atrapar la verdad aunque solo sea por unos instantes.
ResponderEliminarCuando algunos queremos prestigiarle solemos acudir a su impresionante CUERDA DE PRESOS (1955), sin embargo, algunas de sus comedias rodadas en los últimos años cincuenta y primeros sesenta del pasado siglo son ejemplos de excelente cine que retrataba entre risas, de manera natural y entrañable, la miseria moral de un país "en desarrollo". No, no voy a hablar de LOS TRAMPOSOS porque a mí me bastan dos títulos suyos para ejemplificar esto que digo: TRAMPA PARA CATALINA (1962) y EL CÁLIDO VERANO DEL SR. RODRÍGUEZ. En este segundo, asistimos a las patéticas andanzas de un pobre diablo (magnífico José Luis López Vázquez) cuya esposa e hijos se van de vacaciones veraniegas mientras él ha de quedarse en la ciudad por cuestiones de trabajo (¿les suena a LA TENTACIÓN VIVE ARRIBA?). En sus intentonas de echar una cana al aire aprovechando su coyuntural "libertad" conoce a una putilla (memorable Elvira Quintillá) algo simple y enferma de los pulmones con la que vivirá situaciones a caballo entre lo patético y lo desopilante y que dibujan una cariñosa caricatura, no por ello menos impactante, de unas vidas perdidas. Gran película, estupenda comedia en cualquier caso.
Un saludo.
Claro: la referencia a Billy Wilder resulta inevitable, aunque pasada por el tamiz de nuestra tradición picaresca.
EliminarSaludos.