Director: José Antonio Nieves Conde
España, 1973, 83 minutos
Las señoritas de mala compañía (1973) |
La pequeña localidad segoviana de Aranda de Lerma cuenta en su seno con un burdel que trae de cabeza a las beatas del pueblo, bajo la batuta de doña Íñiga (Milagros Leal), por lo que éstas no cesan de conspirar con la intención de clausurarlo. Sin embargo, las pupilas de doña Sole (Isabel Garcés) son tan populares que hasta los maridos de las puritanas defensoras de la decencia se cuentan entre la nutrida parroquia de clientes que acuden regularmente al local. Una plantilla de lo más solicitado que, además, verá engrosar sus filas con la llegada de Charo (María Luisa San José), joven madre soltera de la que enseguida queda prendado el tímido Luis (Emilio Gutiérrez Caba), opositor y, para más inri, hijo de otra de las remilgadas mojigatas que se oponen a la casa de lenocinio.
El resto de personal lo conforman la risueña Dominga (Concha Velasco), Eloísa (Marisa Medina) y una despampanante moza que responde al nombre de Lola (Esperanza Roy). También Eloy (Manolo Gómez Bur), especie de mayordomo fiel o amanerado "chico" para todo. Como se ve, un entorno menos sórdido que entrañable, por el que irán desfilando buena parte de los vecinos del lugar, hasta que el premio gordo de la lotería de Navidad inunde de júbilo la pensión, trastocándolo todo.
Porque, a lo tonto a lo tonto, el tema de fondo de Las señoritas de mala compañía (1973) no es otro sino el fariseísmo de quienes se rasgan las vestiduras en nombre del recato y la santa moral para, acto seguido, transigir en lo que parecían principios inquebrantables. Y es que no hay remilgos que valgan cuando lo que anda en juego es una suculenta fuente de ingresos procedente de la otrora impúdica madama. Crítica (amable y sin mayores reparos, si se quiere, pero crítica, al fin y al cabo) que muy bien pudiera hacerse extensible al conjunto de la sociedad española bajo el franquismo.
El tono desenfadado del libreto de Juan José Alonso Millán, a partir de una idea de Antonio Fos, unido a la pegadiza banda sonora compuesta por el maestro García Segura, confiere al conjunto un aire muy de la época, vehículo ideal para el lucimiento de secundarios de la talla de José Luis López Vázquez, Saza, José María Caffarel (en un breve papel de viajante catalán) o Juanito Navarro. Ahora, eso sí: es el personaje del sacerdote (Ismael Merlo) el encargado de poner orden y una nota de sentido común en una cinta que abogaba abiertamente por una visión frívola de la prostitución y aun de las propias mujeres.
Tiene un buen título, algunas malas compañías son más deseables que las buenas.
ResponderEliminarDesde luego que sí. En todo caso, se trata de un título abiertamente sarcástico, toda vez que dichas señoritas (prostitutas, por más señas) son mostradas en la película como poseedoras de una ternura y comprensión de la que carecen sus castas oponentes.
EliminarMuchos nombres conocidos de la comedia española.
ResponderEliminarYa lo creo. Entre ellos José Luis López Vázquez, que el próximo once de marzo hubiese cumplido cien años.
EliminarHola Juan!
ResponderEliminarNo la he visto. ¡Madre mía el poster!...
Saludos!
Sí: se trata se un cartel bastante explícito, en el que aparecen representados los personajes principales de la película.
EliminarSaludos.