sábado, 12 de febrero de 2022

El sonido de la muerte (1966)




Director: José Antonio Nieves Conde
España, 1966, 91 minutos

El sonido de la muerte (1966) de J.A. Nieves Conde


Extraña mezcla de elementos tremendamente diversos la que se da cita en El sonido de la muerte (1966). A grandes rasgos, la fórmula pudiera resumirse más o menos como sigue: veteranos de guerra reconvertidos en cazadores de tesoros, maldiciones milenarias de la Grecia profunda y, por último, una criatura prehistórica invisible capaz de sembrar el pánico por doquier. Queda claro, pues, que la cinta, ideal para su pase en sesiones de madrugada en Sitges o canales temáticos especializados en serie B, hará las delicias de quienes adoran la vertiente más kitsch del cine de terror.

Un reparto de apenas ocho intérpretes contribuye a acentuar la sensación de claustrofobia que atenaza a los personajes, cinco hombres y tres mujeres sobre los que se cierne la espeluznante amenaza de un mal desconocido. A pesar de lo cual, algunos de ellos, como Stavros (Francisco Piquer), el doctor Asilov (James Philbrook), Dorman (José Bódalo) o André (Antonio Casas), pondrán su vida en peligro con tal de hacerse con una estatuilla de oro macizo supuestamente enterrada en el interior de una caverna.



Pero el hallazgo de unos misteriosos ovoides de piedra negra, unido a los aterradores alaridos que preceden a cada ataque, anuncian la presencia de un peligrosísimo ser cuyos envites sitúan la acción en un escenario que oscila entre los arcanos de la ciencia ficción y los sangrientos estragos propios de una horror movie.

No faltan incongruencias, sin embargo, (ausentes de la versión internacional doblada al inglés) como el acento sevillano de la malograda Soledad Miranda, quien, además de encarnar a la candorosa María, se marca unos pasos de sirtaki con los que se pretende poner de manifiesto su condición de griega "de pura cepa". Gajes de un producto, pergeñado en los madrileños Estudios Bronston, en el que, aparte del inefable Arturo Fernández en el papel de simpático chófer que ha bautizado a su todoterreno con el nombre de Diana, interviene la polaca Ingrid Pitt (1937–2010) en una de sus primeras apariciones cinematográficas.



4 comentarios:

  1. Curioso ver a algunos de estos intérpretes, muy conocidos entonces.

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    1. Es una película bastante olvidable, aunque no por ello menos curiosa.

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  2. Hola Juan!
    Nunca pensé que hubiese tanto cine español, desde luego son cientos las películas que me han quedado atrás. Estos días en Twitter a raíz de los Goya salió a pasear todo el odio e inquina que por lo general permanece en estado de hibernación el resto del año, entiendo que cada cual tenga sus gustos pero me entristece y mucho leer ciertas cosas. De sobra sabemos que aquella gala del "No a la guerra" marco un antes y un después, pero yo creo que esto ya viene de atrás, el termino "españolada" o el "yo es que el cine español paso" tiene mas años que la pana. Siento haberme salido del guion y espero que me disculpes, ya sabes que a veces se me calienta la tecla...
    Saludos!

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    1. Bueno: supongo que es gente poco informada la que se atreve a soltar ese tipo de cosas. O sea que ni caso.

      Saludos.

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