miércoles, 31 de agosto de 2022

Niente è come sembra (2007)




Título en español: Nada es lo que parece
Director: Franco Battiato
Italia, 2007, 72 minutos

Niente è come sembra (2007) de Franco Battiato


Sería muy fácil enfrascarse en disquisiciones inacabables a propósito de si el cine de Battiato resulta metafísico o si, por contra, le sienta mejor la etiqueta de contemplativo. Empeño por completo infructuoso, puesto que la única realidad es que su cine no es exactamente cine (al menos en el sentido ortodoxo del término), sino la propuesta de un músico que un buen día decidió colocarse tras la cámara. En ese sentido, Niente è come sembra (2007) obedece a la misma estética inclasificable que las anteriores entregas fílmicas de un artista absolutamente volcado en su faceta más espiritual.

El insólito "argumento" de la cinta gira en torno a Giulio Varga (interpretado por Giulio Brogi), un antropólogo y veterano profesor universitario al que acaba de abandonar su esposa. Paseando por el bosque, el hombre se adentra en la espesura y va a dar con una casa cuyos doctos habitantes lo recibirán encantados de que se una a los coloquios que allí tienen lugar.



Como ya sucediera en Musikanten (2006), el italiano vuelve a contar con la presencia en el reparto del inefable Alejandro Jodorowsky, esta vez haciendo de sí mismo, quien despliega ante la concurrencia sus dotes de tarotista. También aparece fugazmente Sonia Bergamasco, ahora encarnando a la mística Hildegard von Bingen en la soledad de su celda. Incluso las MAB, pese a que no venga muy a cuento, interpretan el tema "It was in the early spring", divertimento a partir de una melodía de Chaikovski y, como la canción homónima que da título al filme, perteneciente al álbum Il vuoto (Universal, 2007).

Aunque, aparte de música (unas imágenes de archivo, por cierto, muestran al director de orquesta Sergiu Celibidache ensayando la Sexta de Bruckner), lo que prima en esta singular mezcolanza de personajes y situaciones es la palabra: reflexiones trascendentales de todo tipo en boca de una variada gama de iluminados.



martes, 30 de agosto de 2022

Musikanten (2006)




Título en español: Músicos
Director: Franco Battiato
Italia, 2006, 92 minutos

Musikanten (2006) de Franco Battiato


El interés de Franco Battiato por Beethoven quedó ya patente a principios de los noventa al incluir el lied "Oh Sweet Were the Hours" en su álbum Come un cammello in una grondaia (EMI, 1991). Una vertiente clásica en la obra del cantautor italiano que se iría gradualmente acentuando con el paso de los años hasta concretarse en la composición de varias óperas.

Sin llegar a ser un biopic, Musikaren (2006) responde en lo esencial a un tipo de cine cuyos rasgos definitorios oscilan entre la fabulación contemporánea y la recreación historicista. A este respecto, contar en el reparto con la presencia, nada más y nada menos, que de Alejandro Jodorowsky en el papel estelar del compositor alemán le aporta al conjunto un empaque, una credibilidad, que de otra forma hubiese sido complicado trasladar a la pantalla.



A grandes rasgos, las dos historias que se entrecruzan, una en el presente, muy ligada a las interioridades de los medios de comunicación de masas, la otra, genuinamente decimonónica, en plena era romántica, convergen a través de la protagonista, Marta (Sonia Bergamasco), quien, a raíz de su obsesión por el autor de la Novena Sinfonía, se presta a someterse a una regresión supervisada por un gurú al que ha conocido mientras buscaba participantes para su próximo programa televisivo.

El Beethoven con el que se encontrará la periodista, tras transmigrar al cuerpo de un distinguido príncipe, es un anciano decrépito que afronta el tramo final de su existencia acuciado por una sordera galopante que, sin embargo, no le impide culminar algunas de sus partituras más ambiciosas.



lunes, 29 de agosto de 2022

Perduto amor (2003)




Título en español: Amor perdido
Director: Franco Battiato
Italia, 2003, 83 minutos

Perduto amor (2003) de Franco Battiato


A estas alturas parece innecesario presentar a un artista con la trayectoria de Franco Battiato, aunque, por otra parte, sería también de justicia desmontar la imagen un tanto distorsionada que de él se tiene en nuestro país a consecuencia del look ochentero con el que se dio a conocer por estos pagos, cuando el cantautor italiano se prodigaba por los platós televisivos para promocionar sus composiciones mediante aquellos playback tan lamentables.

Y es que más que el personaje estrafalario al que parodiaban algunos humoristas, Battiato fue (lo será siempre) un visionario dotado de una profundidad extraordinaria. Buena prueba de ello, al margen de la excelsa obra musical que legó a la posteridad, es el hecho de que decidiese debutar en la dirección cinematográfica siendo ya casi un sexagenario. Su ópera prima, Perduto amor (2003), le valió elogiosas críticas y varias nominaciones, además de ser el preludio de una breve pero interesantísima filmografía.



La materia que conforma el meollo de la trama son recuerdos de una infancia y adolescencia en Sicilia, de continuo rodeado de mujeres. También, años más tarde, los primeros escarceos del veinteañero por tierras milanesas en busca del éxito. No puede afirmarse, sin embargo, que la película siga un hilo narrativo preciso, sino que se trata más bien de momentos concretos, vivencias que contribuyeron a forjar el carácter del futuro cantante.

La cinta, coescrita entre el propio Battiato y el que fuera su letrista y habitual colaborador, Manlio Sgalambro (1924-2014), se abre con una elocuente cita de este último: "El nacimiento y la muerte son los únicos dos momentos reales. El resto es sueño, interrumpido por algunos insignificantes destellos de vela". Y verdaderamente lo poético y lo onírico están muy presentes en un filme repleto, como no podía ser menos, de pinceladas musicales (Bach, Purcell, Brahms...) y alguna que otra incongruencia, como la sorprendente aparición de Martirio interpretando el tema "La noche oscura". Tal vez habrá quien considere que Perduto amor no es más que el engendro de un neófito. Servidor, en cambio, prefiere pensar que el audaz Battiato se adentra por derroteros poco transitados porque aspira, valga la osadía, a reinventar el cine.



domingo, 28 de agosto de 2022

Una historia del alma (2015)




Título original: Une histoire d'âme
Directora: Bénédicte Acolas
Francia, 2015, 83 minutos

Una historia del alma (2015)


A grandes rasgos, pudiera definirse Une histoire d'âme (2015) como la típica producción con ínfulas vanguardistas del canal televisivo Arte. Dirigida por la cineasta Bénédicte Acolas a partir de una pieza teatral inédita de Ingmar Bergman que ya había llevado a los escenarios en 2011, la acción transcurre en una destartalada casa vacía en cuyo interior habita Viktoria (Sophie Marceau). La mujer, único personaje de carne y hueso del reparto, vive inmersa en un continuo delirio poblado por diversos fantasmas con los que dialoga incesantemente.

Al margen de las oscuras razones que hayan conducido a la protagonista a semejante estado de demencia, lo cierto es que Sophie Marceau asume el reto de encarnar un papel de enorme complejidad escénica. Hasta el extremo de que su personaje resulta ser una amalgama de muchas voces distintas, masculinas y femeninas. Así pues, conforme avance la trama la veremos adoptar el rol de esposa insatisfecha casada con un clérigo, caballero con esmoquin o rubia platino dedicada a la prostitución.



¿Qué significa esa luz roja que a veces la aterroriza? ¿Será la casa vacía un hospital psiquiátrico en el que internaron a la mujer tras la pérdida de una hija? ¿O cabría más bien decantarse por la posibilidad de que Viktoria fuese un alma en pena, el espíritu errante de alguien que sufrió enormemente durante su vida terrenal? Sea como fuere, todas las opciones quedan abiertas sin que sea posible (ni tal vez necesario) tomar partido por una de ellas como la más válida.

En todo caso, el preciosismo de algunas escenas (por ejemplo, la secuencia acuática en la que Sophie Marceau fluctúa a cámara lenta en el fondo de una piscina) o la innecesaria banda sonora de Yuksek, a base de música electrónica, se apartan un poco de la austeridad que Bergman solía imprimir a sus guiones.



sábado, 27 de agosto de 2022

Infiel (2000)




Título original: Trolösa
Directora: Liv Ullmann
Suecia/Italia/Alemania/Finlandia/Noruega, 2000, 154 minutos

Infiel (2000) de Liv Ullmann


Una vez más, Liv Ullmann se ponía detrás de la cámara para dirigir un guion del maestro Bergman. Quien, como suele ser habitual en él, recurre a sus propias vivencias personales para abordar el tema del adulterio. A tal efecto, el actor Erland Josephson encarna al alter ego del cineasta, un octogenario retirado del mundo que, en un juego vagamente pirandelliano, recibe la visita de sus personajes para discutir con ellos el tratamiento de su historia. De entre esos "fantasmas", el más relevante es, sin duda, el de Marianne (Lena Endre), cuya trayectoria sentimental será pormenorizadamente revisada entre los dos.

Nominada a la Palma de Oro en Cannes, Trolösa (2000) constituye un análisis certero de los motivos que llevan a una mujer de mediana edad a dejar a su marido para lanzarse a un apasionado romance con el mejor amigo de la pareja. Un proceso traumático, repleto de experiencias dolorosas, que sitúa a Marianne en la zona más conflictiva del triángulo que forma junto a Markus (Thomas Hanzon) y David (Krister Henriksson).



Sin embargo, los daños colaterales de la ruptura no sólo se ceban sobre los adultos, sino que amenazan muy seriamente la estabilidad emocional de la pequeña Isabelle, única hija del matrimonio y motivo de buena parte de las disputas legales entre sus progenitores a la hora de dilucidar a cuál de ellos le corresponde la custodia.

Contrariedades magistralmente expuestas por Liv Ullmann con precisión y un uso certero del primer plano, lo cual nos lleva a concluir que, sin duda, estamos ante uno de sus trabajos más logrados como directora.



viernes, 26 de agosto de 2022

Encuentros privados (1996)




Título original: Enskilda samtal
Directora: Liv Ullmann
Suecia, 1996, 126 minutos

Encuentros privados (1996) de Liv Ullmann


Enésimo ejercicio bergmaniano de introspección, esta vez dirigido por una de sus musas, la actriz y cineasta Liv Ullmann, Enskilda samtal (1996) fue, además, la última entrega de una trilogía sobre los padres del cineasta sueco que había comenzado con Las mejores intenciones (Den goda viljan, 1992) y Niños del domingo (Söndagsbarn, 1992). A todo esto, conviene aclarar que, en un principio, se trató de una serie televisiva de más de tres horas de duración de la que más tarde se llevaría a cabo un montaje reducido para su exhibición en salas comerciales.

La trama se estructura en cinco conversaciones (los "encuentros privados" a los que alude el título español) que tienen lugar a lo largo de varios años, yendo adelante y atrás en el tiempo. Y en cada uno de dichos coloquios participa siempre Anna, trasunto de la madre de Bergman, interpretada por Pernilla August. La clave de su desazón es la infidelidad que ha cometido con otro hombre, así como los inconvenientes que se derivan del hecho de que la adúltera esté casada con un sacerdote protestante (Samuel Fröler).



Por otra parte, el enorme ascendente que ejerció sobre la joven Anna la figura de su tío Jacob (Max von Sydow) tendrá consecuencias nefastas en la vida íntima de una mujer excesivamente atenta a los mandatos de su confesor. El caso es que Anna finalmente cede a las presiones y acaba manifestándole al marido que su matrimonio ya no funciona.

A diferencia de la angustia existencial que desprenden los filmes de su maestro, la puesta en escena de Liv Ullmann deja entrever una mayor benevolencia hacia sus personajes. O al menos ésa es la impresión que provoca en el espectador la particular forma que tiene la directora de exponer unos hechos cuyo carácter retrógrado se beneficia enormemente de su sensibilidad femenina. Sea como fuere, la presencia de Sven Nykvist en la dirección de fotografía, así como el minucioso diseño de producción a cargo de Mette Möller confieren al conjunto un inconfundible toque Bergman.



jueves, 25 de agosto de 2022

The Making of Autumn Sonata (1978)




Título en español: El making of de Sonata de otoño
Directores: Ingmar Begman y Arne Carlsson
Suecia, 1978, 206 minutos

The Making of Autumn Sonata (1978)


Las tres horas y media que dura The Making of Autumn Sonata (1978) no sólo atestiguan cómo se desarrolló el rodaje de Sonata de otoño (Höstsonaten, 1978), sino que además constituyen una lección magistral a propósito de una determinada manera de entender el arte cinematográfico. A este respecto, son muchos los detalles impagables que nos brindan las imágenes recogidas por la cámara de Arne Carlsson: la costumbre que tiene Bergman de coger de la mano a sus actrices, los ensayos en los que se cuida hasta el más mínimo detalle, las confesiones o bromas de los miembros del equipo entre toma y toma...

Por otra parte, se hace también evidente el enorme grado de complicidad que se establece entre el cineasta y la mítica Ingrid Bergman, con la que se muestra respetuoso y a veces hasta comprensivo cuando la intérprete le sugiere algún que otro cambio en los diálogos. A fin de cuentas, ni el suyo ni el de Liv Ullmann eran papeles sencillos, por lo que el director, siempre pendiente de captar la tensión latente entre la madre y la hija que ambas interpretan en la ficción, no se separa ni un segundo de ellas aportando las indicaciones y matices necesarios para la perfecta interpretación de sus respectivos personajes.



En esa misma línea, la omnipresencia en el set de rodaje de otro de sus colaboradores habituales, el director de fotografía Sven Nykvist (1922–2006), pone de manifiesto hasta qué punto era estrecha la confianza entre dos hombres que trabajaron juntos en más de una veintena de ocasiones. Como efusivo es el reencuentro con su viejo amigo Gunnar Björnstrand, actor fetiche de Bergman en buena parte de los títulos que integran su extensa filmografía.

Y así, dejando constancia del laborioso proceso de filmación, incluidas las localizaciones por tierras noruegas, las lecciones de piano que recibe la protagonista e incluso alguna que otra rueda de prensa, el documento ofrece una panorámica realmente completa de los pormenores que entrañaba el rodaje de una película de Bergman.



miércoles, 24 de agosto de 2022

Pequeña música nocturna (1977)




Título alternativo: Dulce Viena
Título original: A Little Night Music
Director: Harold Prince
Alemania/Austria/EE.UU., 1977, 124 minutos

Pequeña música nocturna (1977)


Lo que nos faltaba por ver: un musical basado en una película de Bergman. Y así es, ya que el talento del recientemente desaparecido Stephen Sondheim (1930–2021) concibió un interesante repertorio de canciones inspirándose en el argumento de Sonrisas de una noche de verano (Sommarnattens leende, 1955). Montaje que, además de triunfar en Broadway (donde acumuló más de seiscientas representaciones), sería llevado años más tarde a la gran pantalla por el mismo director, Harold Prince, en una versión que contó con Elizabeth Taylor como protagonista.

A diferencia del filme que la inspiró, una comedia típicamente sueca, A Little Night Music (1977) sitúa su acción en Viena (no en vano, la principal empresa productora que financió el proyecto, la Sascha Filmverleih, era de Austria). Resultado: una cinta de más de dos horas cuyas bazas más remarcables serían el colorido del vestuario fin de siècle, la suntuosidad de las mansiones o su agudeza a la hora de plasmar el boato de la vida social. Sin embargo, el marco histórico en el que se desarrollan los hechos tiene más de opereta que de recreación fidedigna, aunque eso ya sucedía en la puesta en escena ideada por Bergman.



Por otra parte, el mero hecho de que los diálogos cedan su relevancia en beneficio de los números cantados favorece que la causticidad del texto original (una ácida diatriba contra el matrimonio y los convencionalismos sociales) quede un tanto diluida, si bien ello no es óbice para que la trama mantenga intacta la intencionalidad que Bergman quiso darle.

Por último, y ya puestos a rizar el rizo, Harold Prince opta por convertir los enredos de la famosa actriz Desirée Armfeldt y sus amantes en un espectáculo metateatral, motivo por el que se abre y se cierra la acción en un patio de butacas y se sitúa a los personajes, vestidos de blanco, sobre el escenario donde va a tener lugar la representación. Florituras que le valieron a la película sendas nominaciones a los Premios Óscar (por el vestuario y la banda sonora), llegando a obtener la preciada estatuilla gracias a la música y canciones como la hoy ya célebre "Send in the Clowns".



martes, 23 de agosto de 2022

La mentira (1970)




Título original: The Lie
Director: Alan Bridges
Reino Unido, 1970, 90 minutos

La mentira (1970) de Alan Bridges


Antes de abordar esta producción dramática de la BBC, a partir de un guion original de Ingmar Bergman, convendría aclarar brevemente la génesis de la misma. El cineasta sueco, que subtituló el texto "Una tragicomedia de la banalidad", lo había escrito hacia 1968 por encargo del ente público de su país. Dos años más tarde, fruto de la colaboración entre diversas corporaciones televisivas de ámbito internacional, en el marco del proyecto The Largest Theatre in the World, dicho libreto sirvió de base para dos telefilmes distintos: Reservatet (1970), dirigido por Jan Molander, y The Lie (1970), de Alan Bridges, emitido como episodio dentro del espacio Play for Today. Poco tiempo después hubo, incluso, una versión estadounidense para la CBS, dirigida por Alex Segal en 1973.

La obra analiza la fría y frágil relación entre el matrimonio Firth, formado por Andrew (Frank Finlay), un exitoso arquitecto, y su esposa Anna (Gemma Jones). Aparentemente, la pareja lleva una plácida existencia viviendo en un lujoso apartamento junto a sus dos hijos pequeños, si bien la cordialidad que se profesan el uno al otro encubre secretos que van a hacer saltar por los aires la teórica solidez de su vida en común.



Y es que Andrew, en horas bajas a causa de sus problemas en el trabajo, sucumbe a los encantos de una joven enfermera con la que mantiene un fugaz encuentro amoroso. Aunque, agobiado por el sentimiento de culpa, el adúltero no tarda en confesarle la infidelidad a su mujer, quien, para sorpresa suya, revela que ella también ha tenido una relación paralela con otro hombre... durante ocho años.

La intensidad emocional que se desata en el último tramo de la película, tan habitual, por otra parte, en el cine de Bergman, desvela sin ambages la cruda realidad de dos seres humanos a los que únicamente une la mentira. Como dato curioso, merece la pena llamar la atención a propósito de la secuencia en la que un furibundo Andrew rompe a hachazos la puerta del dormitorio conyugal: momento álgido de la trama, y aun de la historia del cine gracias a El resplandor (The Shinig, 1980), pero que tanto Bergman como Kubrick tomaron prestado de La carreta fantasma (Körkarlen, 1921) de Victor Sjöström.



lunes, 22 de agosto de 2022

Pintura sobre madera (1963)




Título original: Trämålning
Director: Lennart Olsson
Suecia, 1963, 50 minutos

Pintura sobre madera (1963) de Lennart Olsson


Antes de que El séptimo sello (Det sjunde inseglet, 1957) se convirtiese en uno de los títulos más relevantes de la filmografía de Ingmar Bergman, su autor ya había más o menos expuesto los mismos hechos en una pieza teatral de un solo acto que se estrenó en la ciudad de Malmö en 1955. Su título original en sueco, Trämålning, alude a un retablo anónimo de finales del siglo XIV situado, según se entra, a mano izquierda, en uno de los laterales de una modesta iglesia del sur de Småland.

Huelga decir que el texto no pasa de ser un florilegio de monólogos en torno al tema de la fugacidad de la vida, apenas un esbozo en comparación con la soberbia obra maestra que sería su definitiva versión cinematográfica. Sin embargo, la fuerza de esas palabras hizo que Lennart Olsson (ayudante de dirección de Bergman en diversas ocasiones) decidiese realizar en 1963 su propio montaje en formato televisivo.

A diferencia de lo que ocurre en la película, aquí el caballero Antonius Block (Oscar Ljung) no puede hablar, ya que durante su estancia como cruzado en Tierra Santa unos infieles le cortaron la lengua. Es pues el escudero Jöns (Olof Bergström) quien llevará la voz cantante a lo largo de esta singular paráfrasis, evocación de la quema de brujas y de los estragos de la Peste Negra, culminada con una no menos sobrecogedora danza de la muerte.



domingo, 21 de agosto de 2022

En el jardín de las delicias (1961)




Título original: Lustgården
Director: Alf Kjellin
Suecia, 1961, 93 minutos

En el jardín de las delicias (1961)


Los instantes iniciales de Lustgården (1961) pudieran recordar un poco a la puesta en escena de los filmes de Jacques Tati: una sensación de pequeña comunidad provinciana cuyos vecinos se levantan radiantes dispuestos a iniciar una jornada repleta de actividades. Y así, durante dos minutos, los vemos ir de acá para allá sin que nadie pronuncie ni una sola palabra inteligible. Luego la cosa irá evolucionando por otros derroteros, por supuesto, aunque sin perder ni un ápice de ese candor del comienzo.

La acción se sitúa en un impreciso período histórico que lo mismo equivaldría a finales del siglo XIX que a principios del XX. Una época, en todo caso, marcada por los usos y costumbres de un estricto a la vez que hipócrita código social pequeñoburgués basado en la típica dicotomía de "virtudes públicas y vicios privados". Aunque toda esa harmonía impostada de señores con bastón que se quitan el sombrero para saludar y señoritas que pasean bajo sus elegantes sombrillas está a punto de verse alterada en breve.



Se da la circunstancia de que uno de los distinguidos caballeros del lugar ha descubierto que el maestro de la escuela (Gunnar Björnstrand) publicó veinte años atrás, bajo pseudónimo, un libro de poemas titulado Lugares secretos del corazón. Y claro: como nadie es profeta en su tierra y además es peor la envidia del amigo que el odio del enemigo, resulta que son muchos los conocidos del pobre señor Franzén, que así es como se llama el profesor, que se ríen a sus espaldas de los versos que éste escribió cuando joven. Aunque no acaban ahí las habladurías, ya que, por si no fuera poco, el interfecto mantiene una relación sentimental con una camarera que responde al nombre de Fanny (Sickan Carlsson) y que, a su vez, es la madre de una bella veinteañera de padre desconocido llamada Anna (Bibi Andersson).

Ingmar Bergman y Erland Josephson (uno de los habituales de su troupe de actores, aunque en esta ocasión no intervino como intérprete) coescribieron el guion de esta deliciosa comedia de costumbres dirigida por Alf Kjellin cuyo objetivo primordial, aparte de ridiculizar la intolerancia clasista, parece ser que no fue otro sino sentar las bases de cara a la inminente transición al uso de películas en color por parte del cineasta sueco.



sábado, 20 de agosto de 2022

La luz de la noche (1957)




Título original: Nattens ljus
Director: Lars-Eric Kjellgren
Suecia, 1957, 90 minutos

La luz de la noche (1957) de Lars-Eric Kjellgren


Ya desde su propio título, que no deja de ser un bonito oxímoron, Nattens ljus (1957) se caracteriza por un cierto tono poético de cuento de hadas. Su protagonista, la candorosa Maria (Marianne Bengtsson), es una joven de apenas dieciséis años que viaja por vez primera a Estocolmo para pasar unos días en casa de una tía suya. Sin embargo, en cuanto baje del tren se va a ver envuelta en un montón de peripecias, de modo que pasará toda la noche yendo de un lado a otro, saliendo de un imprevisto para meterse en el siguiente.

Buena parte de esas aventuras las va a vivir en compañía de un ladronzuelo llamado Peter (Lars Ekborg), simpático tunante que, además de robar maletas y algún que otro coche, sueña con llegar a ser algún día un gran compositor. El caso es que la chispa entre ambos no tarda en surgir y juntos recorren diversos puntos de la ciudad, llegando incluso a ganar un concurso de baile y hasta participar en el rodaje de una película en color.



Esa particular atmósfera de magia en la que se ven envueltos los personajes nace de la casualidad, sí, pero también de la buena fe que destilan la mayor parte de ellos. Por ejemplo Alfred Björk (Gösta Cederlund), veterano intérprete cinematográfico que se cruza con Maria en la estación y cuyo instinto paternalista le hará estar pendiente de la muchacha en todo momento. Afán de protección que puede hacerse extensivo a los diversos agentes de policía con los que la joven entra en contacto a lo largo de su particular odisea.

En definitiva, pudiera resumirse el conjunto de la trama definiéndola como una comedia bienintencionada a propósito de seres que bailan el vals bajo las estrellas. Un producto amable y efectista, en el guion del cual intervino, por cierto, Ingmar Bergman (aunque no aparezca acreditado), y que a punto estuvo de hacerse con el codiciado León de Oro en el Festival de Venecia.



viernes, 19 de agosto de 2022

Última pareja en salir (1956)




Título original: Sista paret ut
Director: Alf Sjöberg
Suecia, 1956, 103 minutos

Última pareja en salir (1956)


Conocida en Argentina y Uruguay bajo el título de El relámpago en los ojos, Sista paret ut (1956) arranca como si de una comedia juvenil se tratase: un alborozado grupo de chicos y chicas cantan y bailan con la música a toda pastilla en mitad del aula mientras esperan la llegada de su profesor de ciencias naturales. Sin embargo, y a pesar de que durante esas primeras secuencias abunden las bromas y un tono general festivo, lo cierto es que la trama irá gradualmente evolucionando hacia el drama familiar.

El nudo gordiano de esta historia gira en torno al inminente divorcio de los padres de uno de esos jóvenes. Su nombre es Bo Dahlin (interpretado por Björn Bjelfvenstam) y, aparte de que lleva fatal las trifulcas de sus progenitores, resulta que él mismo se debate entre dos bellas muchachas: Kerstin (Bibi Andersson), que vendría a ser como su novia casi formal, y la más tentadora Anita (Harriet Andersson).



Por otra parte, Bo descubre que su madre (Eva Dahlbeck) tiene un amante mucho más joven que ella, circunstancia que lo incomoda hasta el extremo de que no sólo va a visitar al querido para interrogarlo, sino que además se planta en el apartamento donde, desde hace tres años, tienen lugar sus encuentros amorosos para pedirle a la madre explicaciones a propósito de su relación extramatrimonial.

Pese a no dirigir la película, el tumultuoso mundo interior de Bergman está muy presente en un guion repleto de diatribas contra la hipocresía pequeñoburguesa de unos adultos cuyos hijos parecen condenados a repetir los mismos errores. Planteamiento que, dado el contexto de bailes de gala y puestas de largo en el que se mueven los personajes, no acaba de tener todavía la fuerza que, en décadas sucesivas, alcanzarán no pocos títulos de la filmografía del cineasta sueco.



jueves, 18 de agosto de 2022

Eva (1948)




Director: Gustaf Molander
Suecia, 1948, 98 minutos

Eva (1948) de Gustaf Molander


La vida y la muerte juegan un importante papel en la psique del protagonista de Eva (1948). Detalle digno de ser tenido en cuenta considerando que el guionista de la película fue Ingmar Bergman, para quien la pugna entre esas dos pulsiones estuvo siempre muy presente a lo largo de toda su carrera como cineasta. El caso es que, ya desde pequeño, Bo (Birger Malmsten) da muestras de un carácter impulsivo que lo llevará a enfrentarse con su propio padre e incluso a escaparse de casa en una aventura de fatales consecuencias.

De vuelta al hogar, tras varios años ausente y recién licenciado de la Marina sueca, el Bo adulto rememora algunos de los episodios más traumáticos de su infancia, al mismo tiempo que inicia una relación sentimental con la bella Eva (Eva Stiberg), su vecina de toda la vida. Sin embargo, un fuerte sentimiento de culpa asalta continuamente los pensamientos de Bo, hasta el extremo de que el joven regresará durante un tiempo a Estocolmo para poner en claro sus ideas.



Pero la existencia que lleva en la capital dista de ser la más aconsejable. De hecho, la malévola Susanne (Eva Dahlbeck), esposa de su compañero de habitación, intentará sin éxito seducirlo, dando pie a una tensa situación que sólo se arregla cuando Eva reaparece en escena para poner paz y llevarse consigo a Bo a una remota isla donde únicamente tendrán la compañía de un adusto granjero viudo llamado Johansson (Carl Ström).

Tal y como ya había sucedido un año antes con La mujer sin rostro (Kvinna utan ansikte, 1947), la crítica vio en Eva una película de Bergman más que una de Gustaf Molander. No en vano, el libreto había surgido de un relato del primero, titulado "El pequeño trompetista y Nuestro Señor". Y es que aparte de la ya mencionada lucha interior del protagonista, resuelta cuando él y su esposa sean padres de un niño que le hace entender la verdadera dimensión de la existencia, son varios los elementos típicamente bergmanianos que aquí se dan cita. Por ejemplo, la isla como espacio idílico al que se retiran los personajes en busca de serenidad. O esas dudas existenciales, abiertamente nihilistas, que a veces verbalizan: "Creo que Dios nos ha abandonado. Creo que Él ha muerto. Y todo sigue su curso, hasta que todo finalmente se detiene."



miércoles, 17 de agosto de 2022

La mujer sin rostro (1947)




Título original: Kvinna utan ansikte
Director: Gustaf Molander
Suecia, 1947, 104 minutos

La mujer sin rostro (1947) de Gustaf Molander


El primer guion que Bergman escribió para el director Gustaf Molander (1888–1973) se encuadra formalmente en los parámetros del cine negro por entonces en boga. Contiene, en ese sentido, continuos contrastes entre luces y sombras, así como la presencia perturbadora de una femme fatale que llevará al protagonista por el camino de la amargura. No obstante, además de los lugares comunes que caracterizan al género, Kvinna utan ansikte (1947) se distingue por una original estructura en forma de rompecabezas a base de saltos temporales y diferentes versiones de una misma historia. El encargado de ir encajando las piezas, amén de narrador de la historia, será un novelista llamado Ragnar (Stig Olin).

Se da la circunstancia de que Ragnar es amigo de Martin (Alf Kjellin), gris padre de familia que un buen día se deja seducir por la desinhibida Rut (Gunn Wållgren) con la que inicia un tórrido romance. En un principio, Ragnar se presta a hacer de tapadera para que los dos amantes puedan verse a escondidas, si bien Martin abandonará a su esposa e hijo para irse a vivir con Rut, primero a un hotel de mala muerte y después, tras desertar del ejército, a unos viejos almacenes abandonados.



Un análisis pormenorizado de la trama y los personajes revela enseguida que no estamos ante el típico film noir según los estándares fijados por la industria hollywoodense. Muy al contrario, la pareja protagonista obedece a unas motivaciones que, lejos de estereotipos superficiales, ponen de manifiesto profundos conflictos interiores. Así, por ejemplo, vemos que Martin muestra un fuerte rechazo hacia la institución matrimonial que concuerda plenamente con la actitud de Bergman en la vida real. Rut, en cambio, no responde exactamente al prototipo de mujer fatal, sino que se trata de una pintora cuya neurosis tiene su origen en los abusos sexuales que padeció durante la infancia.

Tal y como evidencian los recortes de prensa de la época, la película fue recibida como una cinta de autor, obra de un avispado guionista, antes que como un meritorio trabajo de Gustaf Molander. En todo caso, su atrevido cartel ya sugería un erotismo latente (véase, a tal efecto, la escena entre Rut y el deshollinador) que el estricto código Hays jamás hubiese permitido en una producción norteamericana.



martes, 16 de agosto de 2022

Los estimulantes (1967)




Título original: Stimulantia
Directores: Hans Abramson, Hans Alfredson, Arne Arnbom, Ingmar Bergman, Tage Danielsson, Jörn Donner, Lars Görling, Gustaf Molander, Vilgot Sjöman
Suecia, 1967, 105 minutos

Los estimulantes (1967)


Lo más granado de la cinematografía sueca se dio cita en Stimulantia (1967), película de episodios (ocho en total) en torno a la idea genérica de las cosas que nos proporcionan placer. Ni que decir tiene que cada cineasta, tanto en la presentación previa de los cortos como en su propio desarrollo, afronta el reto desde ópticas muy distintas, si bien acaba prevaleciendo una cierta visión humorística, cuando no sarcástica, a propósito del tema. A continuación desglosamos los títulos y sinopsis de cada segmento.

1. El descubrimiento ("Upptäckten"), de Hans Abramson

Tras dejar claro que son el sexo y las drogas lo que él entiende por "estimulantes", el director opta por viajar a su infancia como homenaje al hombre que divirtió a tantas generaciones: Charlie Chaplin. Aparte de imágenes de archivo pertenecientes a una visita que el cómico, ya septuagenario, realizó a Suecia, Abramson se traslada a Londres en busca del barrio que vio nacer al genial artista. Sin embargo, el tiempo y el progreso han borrado su recuerdo y ya casi nadie sabe dónde se encuentra Pownall Terrace.

2. Érase una vez dos amantes... ("Det var en gång två älskande..."), de Jörn Donner

Donner se propone llevar a cabo una película pornográfica fuera de lo común: una pareja se instala en la habitación de un hotel. Ella (Harriet Andersson) le dedica todo tipo de cuidados a su chico (bañarlo, afeitarlo, cepillarle los dientes...), pero cuando ambos ya están limpios, él prefiere resolver una jugada de ajedrez en lugar de ir a la cama.



3. Confrontaciones ("Konfrontationer"), de Lars Görling

Después de hacer referencia a una intrincada teoría del filósofo Wittgenstein acerca del lenguaje, Görling sitúa la acción de su episodio en el circuito automovilístico de Le Mans.

4. Daniel, de Ingmar Bergman

Contrariamente a lo que cabría esperar, la aportación de Bergman es una de las más sencillas de la película: grabaciones domésticas en las que la cámara capta la vida cotidiana de su hijo de cuatro años. Según confiesa él mismo en la presentación del episodio, para el célebre cineasta sueco nada hay más estimulante que el rostro de Daniel.

5. Birgit Nilson, de Arne Arnbom

La popular cantante de ópera que da título a este fragmento ha proporcionado cuantiosas veladas placenteras a su público. En esta ocasión, la soprano interpreta una de las especialidades de su repertorio: el aria "Mild und leise wie erlächelt" de Tristán e Isolda.



6. Los beneficios de la castidad ("Dygdens belöning"), de Hans Alfredson y Tage Danielsson

Basada en un relato de Balzac, la historia expone el caso de una joven lavandera que dice haber sido violada por uno de sus clientes. Afligida, la muchacha acude a casa de un viejo abogado en busca de asesoramiento jurídico.

7. El collar ("Smycket"), de Gustaf Molander

El plato fuerte de la película lo protagonizan la mítica Ingrid Bergman y el bergmaniano Gunnar Björnstrand. Se trata de una adaptación del memorable relato de Maupassant en el que una mujer pierde el valioso collar que le han prestado para asistir a un baile. A consecuencia de esta fatal circunstancia, tanto ella como su marido pasarán varios años abrumados por los intereses derivados de haberle comprado otro collar a la propietaria. 

8. La negra en el armario ("Negressen i skåpet"), de Vilgot Sjöman

El más surrealista de los episodios tiene lugar en el domicilio de un matrimonio que, como todas las mañanas, se levanta para ir al trabajo. Lo sorprendente es que una misteriosa joven habita en el interior de un ropero. ¿Será real? ¿Es una ilusión? En cualquier caso, el marido se las promete muy felices cuando su esposa se marcha a la oficina y él se queda solo en el apartamento.



lunes, 15 de agosto de 2022

El valle (1972)




Título original: La vallée
Director: Barbet Schroeder
Francia, 1972, 106 minutos

El valle (1972) de Barbet Schroeder


Dos son las ocasiones en que los legendarios Pink Floyd colaboraron con el cineasta francés Barbet Schroeder. De la primera de esas películas, More (1969), ambientada en la Ibiza de los hippies, ya tuvimos ocasión de hablar hace algunos años. La otra, titulada sencillamente La vallée (1972), narra el viaje iniciático de unos occidentales que se adentran en las profundidades de Papúa Nueva Guinea en busca de las tierras vírgenes de un misterioso valle "más allá de las nubes" (Obscured by Clouds, séptimo álbum de estudio de la banda británica, recogía las diez canciones de la banda sonora).

Puede que el contenido de la cinta, transcurrido medio siglo desde su estreno, haya quedado un tanto obsoleto en lo concerniente al misticismo de unos jóvenes cuya aspiración de dar con algo semejante al Paraíso en la Tierra se nos antoja hoy más bien ingenua. En todo caso, es el innegable valor documental de las imágenes lo que sigue manteniendo vivo el interés de un filme en el que participaron los Mapuga y otras tribus aborígenes.

La cantante y actriz Valérie Lagrange en el papel de Hermine


Por lo demás, Viviane (Bulle Ogier) y el resto de expedicionarios responden al perfil de europeos desencantados con un modo de vida excesivamente apegado a los bienes materiales y en el que sienten que ya no encajan. Por eso practican el amor libre y por eso mismo parten rumbo a las regiones inexploradas de las montañas en un viaje sin retorno que, además de ayudarles a dejar atrás su pasado, les permita hallar también la iluminación interior.

He ahí el motivo por el que no sólo conviven durante varios días con los indígenas, sino que participan asimismo de sus rituales con motivo de un festival organizado conjuntamente por varios clanes de la zona. Y así, la burguesa Viviane, esposa del cónsul francés en Melbourne, se irá olvidando de las exóticas plumas y máscaras con las que solía comerciar para, en lugar de ello, adentrarse paulatinamente en la pureza de un mundo tan primitivo como auténtico.



domingo, 14 de agosto de 2022

Náufrago (2000)




Título original: Cast Away
Director: Robert Zemeckis
EE.UU., 2000, 144 minutos

Náufrago (2000) de Robert Zemeckis


Son varias las razones que acreditan que, además de exitoso blockbuster en el momento de su estreno, Cast Away (2000) ha terminado convirtiéndose también en un clásico moderno. Cualidades no le faltan, de hecho, a una película magistralmente interpretada por Tom Hanks bajo la dirección de un Robert Zemeckis que sabía perfectamente lo que se traía entre manos.

Aun así, un análisis superficial de la cinta pudiera llevar a error a quien juzgue que en ella se abordan única y exclusivamente los avatares de un náufrago. Porque, al margen de la historia de superación a la que debe hacer frente el protagonista en su empeño por sobrevivir y luego abandonar una isla desierta en mitad del Pacífico, cabe sumar múltiples detalles, propios de una gran película.



A este respecto, resulta particularmente entrañable la relación que se establece entre Chuck y Wilson, un simple balón de voleibol que se convierte en su amigo imaginario mientras dura la reclusión en el islote. En esa misma línea, la ballena que escolta la singladura de Chuck en alta mar parece una referencia más o menos explícita al mito de Jonás, tal vez a la virtud de la paciencia. Aunque todavía más sutiles son las caras que pone Chuck cuando, tras haber sido rescatado, se queda mirando fijamente un encendedor de cocina o una simple navaja multiusos: utensilios cotidianos que en la isla habrían resultado de vital importancia y que ahora observa con una mezcla de añoranza y estupor.

De todos modos, Cast Away aborda abiertamente una serie de cuestiones sobre el destino y sus múltiples incógnitas. De ahí que la acción empiece y acabe en un cruce de caminos. A fin de cuentas, el motivo del naufragio no deja de ser una metáfora bastante ilustrativa a propósito de hasta qué punto nuestras vidas, eternamente expuestas a infinitos imprevistos, van a la deriva en el mar de la existencia. Por eso Chuck Noland, un ejecutivo de FedEx obsesionado con tenerlo todo bajo control, encarna mejor que nadie el absurdo afán perfeccionista del hombre de hoy en día.