Director: Antonio Hernández
España, 1981, 105 minutos
Apaga... y vámonos (1981) de Antonio Hernández |
La irregular trayectoria del director Antonio Hernández depara sorpresas de todo tipo. Desde espléndidos dramas familiares como En la ciudad sin límites (2002), soporíferas recreaciones históricas al estilo de Los Borgia (2006), trepidantes road-movies en la línea de Lisboa (1999), olvidables productos televisivos tipo El gran marciano (2001) y hasta una magnífica ópera prima, titulada F.E.N. (1980), en la que se analizaban las consecuencias de haber padecido la educación nacionalcatólica del régimen franquista.
Currículum de lo más dispar, así pues, cuya segunda entrega había sido la estrambótica comedia Apaga... y vámonos (1981), coescrita junto a su hermano Avelino y protagonizada por él mismo. Gustavo, el personaje al que da vida, es un antihéroe en toda regla, inventor por más señas, al que unos agentes confunden con un terrorista, motivo por el que será conducido a dependencias policiales para que preste declaración. La cual se acaba convirtiendo en un larguísimo flashback que ocupa la mayor parte del metraje.
Aunque parezca Frank Zappa, éste es Antonio Hernández... |
La acción se retrotrae entonces hasta 1961, momento en el que el niño Gustavo inicia su despertar en el seno de la típica familia tronada. De la madre (Amparo Baró), mujer con vocación militar y más sorda que una tapia, se nos dice que intentó por tres veces ingresar en el regimiento de zapadores, si bien fue rechazada en todas ellas a causa "de un pequeño defecto físico". El padre, en cambio, responde al mismo perfil de sabio despistado que heredará el protagonista. De hecho, el hombre falleció una noche aciaga a consecuencia del despegue fallido de la nave espacial, construida con sus propias manos, con la que pretendía viajar a un rincón indeterminado de la galaxia llamado Vesta...
Aparte del bigotazo que luce Antonio Hernández (y de sus escasas dotes para la interpretación...), lo más llamativo de la cinta es una heterogeneidad de registros que hacen de ella un producto inclasificable, a medio camino entre demasiadas cosas, casi ninguna convincente. Tiene su poco de parodia, con ribetes de ciencia ficción, y mucho de comedia romántica, sobre todo en lo tocante a la relación fallida de Gustavo con Betty (Virginia Mataix). Y también un breve papel de Fernando Fernán-Gómez, ya en el tramo final, encarnando a un viejo erudito amnésico.
Un film que tiene más de curiosidad que de otra cosa.
ResponderEliminarPor supuesto. Su director y protagonista se atreve incluso a cantar un tema compuesto por él mismo.
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