Director: Germán Lorente
España, 1975, 115 minutos
Sensualidad (1975) de Germán Lorente |
Ya desde su propio título, Sensualidad (1975) encarna los elementos más representativos de un típico producto de lo que acabaría denominándose el destape. El eje argumental de la cinta, delirio voluptuoso a mayor gloria de la Miss Universo Amparo Muñoz (1954–2011), giraba en torno a una prostituta de lujo y un comisario de policía obsesionado con protegerla. En segundo término, también explotaba el manido recurso (tremendamente morboso en aquella España mojigata del tardofranquismo) del ama de casa que lleva una doble vida a lo Belle de jour. Alguna que otra persecución automovilística que no viene muy a cuento, aderezada con sus correspondientes tiroteos, pretendía añadir unas gotas de acción en una trama ya de por sí bastante infumable.
Llama la atención, eso sí, la presencia en el equipo de rodaje de todo un maestro de la fotografía como José Luis Alcaine o incluso, desde una óptica vintage, la elaborada banda sonora del italiano Fred Bongusto. Hasta merece la pena señalar, en otro orden de cosas y si se nos permite la frivolidad, el enorme parecido físico de la sueca Janet Ågren (en el papel de afligida esposa ante su incapacidad para quedarse embarazada) con la televisiva Alba Carrillo. O el horrible bisoñé con el que en todo momento aparece ataviado Fernando Fernán-Gómez, sin duda una argucia del departamento de peluquería para evitar que el otrora galán le robase protagonismo al elenco femenino...
Sea como fuere, y vista con la perspectiva que otorgan los años, la película se nos ofrece hoy en día como un claro ejemplo de las incipientes fantasías eróticas que poblaban los sueños húmedos de unos espectadores (preferiblemente hombres) más atraídos por el atractivo de las actrices o las tórridas escenas de cama (insinuadas antes que explícitas) que no por la coherencia de un guion que hace aguas por todas partes.
Como tampoco está de más advertir la visión retrógrada que encierra una historia de mujeres cuya única alternativa posible en este mundo parece reducirse a la sumisión del matrimonio o la relativa (y discutible) autonomía que les proporciona vender ocasionalmente sus cuerpos en la selecta casa de citas que regenta doña Margarita (Amelia de la Torre). Ni siquiera la voluntad redentora del comisario Baena (Fernán-Gómez) está libre de un paternalismo a todas luces machista, rematado por la escena del enlace nupcial in articulo mortis, premonitoria, en cierto modo, del destino aciago que aguardaba a Amparo Muñoz en la vida real.
Veo que aparece en el film Sandra Mozarowsky, una guapísima actriz (y dicen que chica de alterne en sus horas libres) que murió en 1977 en extrañas circunstancias: ¿Se cayó ella sola de un cuarto piso cuando estaba embarazada de cinco meses o la "ayudaron"? ¿Tuvo algo que ver tan trágico destino con su presunto romance con el rey emérito?
ResponderEliminarUn abrazo.
A saber lo que pasó realmente aquella madrugada de agosto del 77. En todo caso, hoy ya nadie recordaría el trágico suceso de no haber sido por una serie de tweets que la escritora Lucia Etxebarria lanzó hace justo un año, reavivando todo tipo de rumores.
EliminarUn abrazo.
Creo que ya lo has dicho todo en la reseña, poco o nada que añadir.
ResponderEliminarLa película tampoco da para mucho más.
EliminarHola Juan!
ResponderEliminarMenudo repaso y sus correspondientes recuerdos nos traes, lo digo de manera agradecida y cariñosa...jeje Pues mira, por un poster como ese podía siendo niño recorrerme cuatro barrios para contemplarlo, quien dice eso dice una portada de las primeras revistas de destape en un kiosko...jeje
Saludos!
Lo comprendo: a ti te pilló en plena adolescencia.
EliminarSaludos.