Director: Rafael Romero Marchent
España, 1976, 81 minutos
Imposible para una solterona (1976) |
Solterona y gorda: dos palabras, a cuál más hiriente, que la protagonista de esta película encaja una y otra vez con resignación. A sus treinta y cinco años de edad, la suya es una existencia marcada por el doble estigma de no haber conocido varón y rozar los ochenta y cinco kilos de peso. Poco importa que su jefe, el señor Torcal (Fernando Fernán-Gómez), la haya nombrado su secretaria particular, ya que lo único que podría hacer feliz a Gina (Lina Morgan) es un poquito del amor que, de momento, nadie parece dispuesto a ofrecerle.
Ni siquiera cuando un joven y apuesto doctor con pinta de playboy irrumpe de repente en el horizonte de la infeliz parece que las cosas vayan a cambiar demasiado: ladino y maquiavélico, el astuto Luis (Juan Luis Galiardo) alberga en su mente un retorcido plan que consiste en utilizar a Gina como conejillo de indias para ensayar un método revolucionario de adelgazamiento.
Adaptación de la novela homónima de Luisa-María Linares, Imposible para una solterona (1976) plantea, a pesar del casi medio siglo transcurrido desde su estreno, dos de las obsesiones más recurrentes de nuestro tiempo. Por una parte, la preocupación por el sobrepeso; por otra, el miedo a la soledad. Dolencias, en ambos casos, típicas de la sociedad de consumo, aquí encarnadas en un ser tan entrañable como indefenso que, pese a la presión ambiental a que se halla sometido, será capaz, sin embargo, de sobreponerse a cuantos desengaños le depara la fortuna.
"Inteligente, moderna y audaz", Gina representa, no obstante, un prototipo de mujer poco agraciada físicamente, blanco de burlas y comentarios crueles, que, además de obesa se siente vieja. A este respecto, el hecho de que se preste a participar en el experimento televisivo auspiciado por Luis no es más que el primer paso de una meditada venganza que la llevará, sucesivamente, a dejar su trabajo, desquitarse de tantísimos sinsabores y, finalmente, volar a París en busca de una nueva vida.
Al menos en algunos momentos, tierno personaje el de Fernán Gómez.
ResponderEliminarTierno y, sobre todo, neurótico: el típico ejecutivo cuyo frenético ritmo de vida le acaba pasando factura en forma de ingreso hospitalario.
EliminarHola Juan!
ResponderEliminarLa historia se me antoja amarga.
Saludos!
Lo es en muchos sentidos. Sobre todo porque permite comprobar cómo era este país...
EliminarSaludos.