Director: Ramón Torrado
España, 1951, 98 minutos
La trinca del aire (1951) de Ramón Torrado |
El éxito de público alcanzado por Botón de ancla (1948) animó a sus productores a insistir en la misma fórmula sin prácticamente variar el elenco de actores ni el equipo de rodaje. Sólo que esta vez, en lugar de transcurrir en una academia naval, la acción se trasladaba a la escuela de paracaidistas. De ahí el título de una cinta, La trinca del aire (1951), cuyo doble objetivo era entretener y ganar adeptos para la causa. Ese dorar la píldora, que forma, de hecho, parte consustancial del subgénero, lo hallamos también en otros filmes por el estilo, desde Alas de juventud (1949) hasta Recluta con niño (1956) y su remake Cateto a babor (1970), procurando, por todos los medios, trasladar al público una imagen idílica de camaradería entre los cadetes.
"Alcántara de los Rosales", dice la voz en off de Fernando Rey en la secuencia inicial, "no estaba enclavado en la falda de ningún volcán ni había sufrido los efectos de una inundación, pero tenía una escuela de cazadores paracaidistas..." Representados, cabe añadir, por un trío protagonista en el que Alberto (Jorge Mistral) es el guaperas rompecorazones, mientras Jabato (Antonio Casal) y Zanahoria (Fernando Fernán Gómez) cumplen el rol de histriónicos graciosos. Circunstancia, esta última, que no parece suponer un inconveniente de cara a los mandos, siempre benévolos y comprensivos con sus trastadas pese a la gravedad que en un primer momento quieren aparentar.
"¡De eso nada, muñeco!" |
Todo un ambiente de fraternal compañerismo que se va a ver enrarecido con la irrupción de una rubia extranjera (Helga Liné) de la que Alberto queda prendado para desgracia de la casta (y morena) Irene (interpretada por la mejicana Carmelita González). A este respecto, llama la atención la frivolidad de la forastera frente a la decencia de la mujer española, aspecto que Zanahoria y Jabato se encargarán de recordarle al descarriado camarada para que desoiga los cantos de sirena y vuelva a la senda de rectitud y heroísmo que se presupone en un soldado. A tal efecto, un oportuno rayo caerá sobre la base para provocar un incendio que permita al muchacho jugarse el pellejo, demostrando que su ardor guerrero sigue intacto.
Aunque no es tanto esta trama ligeramente melodramática la que predomina en el conjunto, sino más bien la comedia de enredo basada en un humor blanquísimo. Parte fundamental de ello son, además de la ya mencionada trinca, secundarios de innegable vis cómica como Pepiño (Xan das Bolas) o la insufrible Leovigilda (María Isbert), el uno muy gallego y la otra muy francesa (nótese, de nuevo, la ridiculización de lo no castellano, rasgo también aplicable al sueño arábigo de Zanahoria tras la lectura de Las mil y una noches habiendo ingerido varios coñacs). Aun así, la mejor interpretación del reparto corresponde, sin duda alguna, a la gallina Avelina, fiel compañera del pelirrojo y magnífica en su papel de mascota de la patrulla.
Estas películas divertían (y divierten aún) mucho al personal a pesar de que todos sabemos de qué va el asunto.
ResponderEliminarSupongo que divierten porque lo propagandístico queda supeditado a la comicidad de las situaciones.
EliminarNuestra acepción en lunfardo no permitiría utilizar la palabra "trinca" sin que ese título sea censurado.
ResponderEliminarAbrazos, Juan.
Sin duda, Frodo. Aunque si fuese rebautizada como "El trío del aire" las connotaciones pudieran ser aún peores...
EliminarUna abrazo.
Esas portadas de antes tan únicas.
ResponderEliminarEl cartelismo era todo un arte, ya lo creo.
EliminarHola Juan!
ResponderEliminarPues no la he visto pero de seguro que lo hare. Cierto, lo de Xan das Bolas era muy típico y fomentaba ciertas bromas hacia nosotros los gallegos, recuerdo que la primera pelea que tuve en el ejercito fue con uno que me quería vacilar con lo del acento gallego, cosas de juventud...jeje
Saludos!
"La primera pelea..." O sea que hubo más de una... En todo caso, lo que sí que es cierto es que tanto el cine como después la televisión han contribuido a fijar clichés a propósito de nuestra diversidad regional que rozan la caricatura.
EliminarSaludos.