Título original: La voce del silenzio
Director: Georg Wilhelm Pabst
Italia/Francia, 1953, 100 minutos
La conciencia acusa (1953) de G.W. Pabst |
Pese a tratarse de un título menor en su filmografía, Fernando Fernán Gómez dedica todo un capítulo de sus memorias a hablar de esta coproducción italofrancesa, lo cual indica hasta qué punto fue relevante para el actor el hecho de trabajar por vez primera en el extranjero. Sobre todo viniendo, como era su caso, de un país cerrado a cal y canto en el que nunca pasaba nada. De entre las cuantiosas anécdotas que menciona (por ejemplo, la presencia en Cinecittà durante aquellos días de Gregory Peck y Audrey Hepburn, quienes acababan de rodar Roman Holiday) lo que más reitera es la soledad que le invadió, así como sus muchos paseos a lo largo y ancho de la ciudad con la intención de mitigar el aburrimiento.
Algo de todo eso se percibe en su personaje, un sacerdote que atraviesa una crisis de fe que a punto está de hacerle colgar los hábitos. Apuros que, de un modo u otro, podrían hacerse extensibles a todos aquellos que se dan cita en la casa donde tienen lugar los ejercicios espirituales que sirven de telón de fondo de La voce del silenzio (1953). En ese sentido, y tal y como subrayan los diferentes títulos con los que fue conocida, la película es un drama coral en el que unos y otros se debaten entre los dilemas que azotan sus respectivas conciencias.
Así pues, el codicioso señor Fabiani (Aldo Fabrizi) vive apesadumbrado ante la posibilidad de que las autoridades eclesiásticas dejen de comprar los productos de su fábrica de velas; al candidato Andrea Sanna (Jean Marais) le afligen las víctimas inocentes de los atentados que cometió cuando era un partisano que luchaba contra el fascismo; al escritor Mario Rossi (Frank Villard) le contrarían las acusaciones que denuncian la presunta mala influencia que sus novelas ejercen sobre la juventud; al ladronzuelo Renato (Paolo Panelli), que, huyendo de la policía, se ha infiltrado en la comunidad, tal vez le dé por enmendarse...
La idea del filme partió de una historia de Cesare Zavattini sobre la que posteriormente trabajarían hasta once personas distintas. De ahí el resultado desigual de una cinta vagamente neorrealista cuyo máximo atractivo es escuchar a Fernán Gómez hablando un perfecto italiano. El cómico, a juzgar por lo que dice en El tiempo amarillo, no guardaba mucho mejor recuerdo del filme: "La gran coproducción ítalo-franco-española no significo nada en mi carrera, no me sirvió para nada. Señaló el declive final del genio cinematográfico de G. W. Pabst. No interesó ni a la crítica, ni a los aficionados, ni al gran público, ni en Italia, ni en Francia, ni en España. Tuvo muchos títulos: primero, como he dicho, Tres días son poco; después La voz del silencio; en España, La conciencia acusa; en Francia, La casa del silencio. Un crítico francés dijo que en vez de La casa del silencio se debía haber llamado La casa del sueño".
Es muy curioso este film dentro de aquellos en que intervino Fernán Gómez.
ResponderEliminarSin duda que lo es. En sus memorias, el actor confiesa que le afeitaron la coronilla para caracterizarlo como sacerdote y que nunca más le volvió a crecer el pelo en esa parte de la cabeza.
EliminarQue tal Juan!
ResponderEliminarLo de Fernando Fernán Gómez es para hacerle un monumento (desconozco si lo tiene...), que actor tan extraordinario.
Saludos!
Y que lo digas, Fran. El próximo sábado 28 de agosto se cumplirán cien años exactos de su nacimiento.
EliminarSaludos.