Director: Luis García Berlanga
España, 1999, 113 minutos
París Tombuctú (1999) de García Berlanga |
La consulta médica en la que arranca la acción de París Tombuctú (1999) remite directamente al personaje que interpretaba Michel Piccoli en Tamaño Natural (1974). Y no es la única referencia explícita a otros títulos de la filmografía berlanguiana, teniendo en cuenta el carácter testamentario de una película que aspiraba a condensar los elementos más característicos de la carrera del director valenciano. Por eso la localidad en la que transcurren la mayor parte de los hechos se llama Calabuch (los exteriores, evidentemente, se rodaron en Peñíscola).
Parte importantísima de ese universo es, asimismo, la sexualidad, por lo que el viejo erotómano no se cortó ni un pelo a la hora de filmar desnudos a varios de sus protagonistas, ya fuesen Concha Velasco, Juan Diego o el propio Piccoli. Aunque esa España al borde del nuevo milenio, que sigue siendo, en buena medida, un país de horteras redomados que lo mismo participan en los desfiles de moros y cristianos que elevan a Manolete a los altares, se ha convertido, al mismo tiempo, en una sociedad de parques temáticos.
Ajeno a cuanto ocurre a su alrededor, Michel se refugia en un rincón del Mediterráneo desde el que planea huir de sí mismo rumbo hacia la nada. Ardua tarea para un hombre desengañado que intenta sin éxito quitarse la vida mientras los vecinos del lugar celebran la Nochevieja bajo el atronador colorido de un castillo de fuegos artificiales.
Ecos libertarios teñidos de pesimismo constituyen la nota predominante de una comedia coral, la enésima de su producción cinematográfica, con la que Berlanga se despedía de las pantallas tras más de cuarenta años de profesión. El último plano (una valla publicitaria del toro de Osborne bajo la que alguien ha escrito "Tengo miedo") no deja lugar a dudas sobre la desesperanza por parte de alguien que se sabe a las puertas de otra realidad que ya no será la suya.
A estas alturas, el valenciano podía hacer lo que quisiera más o menos y se da otro tipo de satisfacciones, saca a relucir algunos de los tópicos de su tierra, que a él le gustan y disfruta como un niño pequeño, allí están la paella, el pescado, las fiestas de moros y cristianos, las mascletás...
ResponderEliminarA mi me parece que, sin dejar de lado algunas puyas que lanza a diestro y siniestro, es una película muy personal y que posiblemente su mayor defecto es que resulta excesiva y un poco embarullada en lo que pretende representar con los personajes que la pueblan.
El propio Berlanga decía que había pretendido hacer un modesto homenaje a la chabacanería hispana dando una intención lúdica al chiste verde, a la frase de doble sentido, a la ordinariez de la braga y el calzoncillo, pero no intentando dignificarlo, sino simplemente mostrándolo todo lo más cruda y soezmente que había podido. Y, sobre todo, para él suponía la única película a la que había añadido una aproximación a sus infiernos más profundos.
De acuerdo con todo lo que dices, aunque lo de "embarullada" se puede aplicar a muchos títulos de su filmografía.
EliminarMe pareció una de las películas más flojas de Berlanga.
ResponderEliminar¿Así que en "Novio a la vista" fue la primera de sus películas en la que apareció su palabra fetiche "Austrohúngaro"? -como "Esto no es un juego" en las de Álex de la Iglesia-. Recuerdo que en "Una parejita feliz" acabó el rodaje sin haber incluido una escena con esta palabra, así que añadió una nueva: un hombre con un carromato que azuzaba su caballo gritándole: "¡Arre, Austrohúngaro!"
¡Saludos, Cinefilia!
Borgo.
Gracias por la anécdota: la desconocía totalmente. Supongo que debe de haber un cierto ascendente surrealista en todo ello.
EliminarSaludos.
Hola Juan!
ResponderEliminarGuardo buen recuerdo de esta película. Pues yo creo que esta sociedad no difiere tanto de aquella, pero bueno, lo dejo que ya me conozco...jeje
Saludos!
Sí: el tema daría para mucho, desde luego.
EliminarSaludos,