martes, 24 de diciembre de 2019

Mater amatísima (1980)




Director: Josep Anton Salgot
España, 1980, 90 minutos

Mater amatísima (1980) de J.A. Salgot


El pasado mes de julio fallecía en Barcelona J.A. Salgot, uno de aquellos cineastas que, como el vasco Iván Zulueta, hicieron de su vocación de malditos la principal razón de ser de un cine endogámico y, por ende, de culto. Un poco como sucede con Arrebato (1979), Mater amatísima terminaría fagocitando la carrera de un director que, después de esta película, apenas llevó a cabo tres largometrajes más: Estación central (1989), Dama de Porto Pim (2001) y Myway (2007).

Rodada a partir de un guion del también realizador Bigas Luna, la cinta que nos ocupa comparte con otros títulos suyos como Bilbao (1978) la atracción hacia personajes marcados por una conducta claramente asocial, así como por la presencia obsesiva de electrodomésticos, computadoras y demás aparatos propios de una sociedad en exceso tecnificada (la banda sonora de Vangelis contribuye, además, a reforzar dicha sensación). En ese sentido, puede hablarse de un tipo de cine urbanita cuyos rasgos definitorios serían la deshumanización y la incomunicación a partes iguales.



Vincular el autismo con una relación casi incestuosa entre madre e hijo no sólo demuestra un innegable carácter transgresor por parte de Salgot, sino que remite a filmes clásicos como El soplo al corazón (1971) de Louis Malle, aparte de que se avanza en varios años a planteamientos aún más extremos, como pueda ser el ideado por Michael Haneke en la autodestructiva El séptimo continente (1989). Sin embargo, son las imágenes que emite el televisor familiar las que nos dan la clave. Como ese monstruo de Frankenstein (1931) que, al igual que el pequeño Juan (Julito de la Cruz), padece el rechazo por parte de quienes no saben percibir su ternura; o Pinocho (1940), una simple marioneta, tan dependiente de su creador como lo es el niño de los cuidados de la madre. La última, Mogambo (1953), es tal vez la más sutil, teniendo en cuenta que el doblaje impuesto por la censura franquista convertía en hermanos a la pareja protagonista...

Es muy probable que las razones que llevan a Clara (Victoria Abril) a aislarse del resto del mundo en el interior de su apartamento obedezcan a alguna pulsión aniquiladora frente a la incomprensión de los demás. Lo cual no deja de ser, hasta cierto punto, un mecanismo de defensa, una huida hacia adelante de quien cree que así logrará resarcirse del mismo entorno que le ha negado el derecho a ser feliz.


No hay comentarios:

Publicar un comentario