Título original: Eraserhead
Director: David Lynch
EE.UU., 1977, 90 minutos
Cabeza borradora (1977) de David Lynch |
La piedra fundacional del universo Lynch (en lo tocante a largometrajes, por supuesto: que sus cortos son otro cantar...) fue este filme en blanco y negro en el que ya estaban contenidas la mayor parte de obsesiones sobre las que, posteriormente, volvería una y otra vez a lo largo de cuarenta años de carrera. Atmósfera perpetua de misterio, enigmáticas criaturas salidas de una pesadilla, los hechos acaecidos en Eraserhead remiten inevitablemente al mismo entorno industrial de la inhóspita América profunda en el que tantas veces se desarrollará la ulterior filmografía del cineasta.
Y no sólo eso: con Cabeza borradora nace, asimismo, una importante veta del cine de terror y ciencia ficción que influirá notablemente en la obra de otros realizadores: ahí están, sin ir más lejos, la criatura con forma de espermatozoide o el bebé monstruoso que tanto recuerdan al aspecto del Alien presentado apenas dos años después por Ridley Scott (por no hablar de la inspiración confesa sobre Kubrick a la hora de preparar El resplandor...).
Así pues, el surrealista argumento de una de las películas de culto por excelencia se revela como fuente inagotable de imágenes perturbadoras, desde el pollo sanguinolento hasta la mofletuda señorita del radiador. Misión imposible (más bien baldía) la de obcecarse en buscar el sentido preciso de lo que tiene más de estado mental que no de sinopsis al uso: de hecho, el guion original lo integraban veintidós páginas escasas.
Baste decir que Lynch, tal y como confesaba en el reciente documental The Art Life (ya comentado en un post anterior), trató de trasladar a la pantalla la desapacible realidad de los suburbios de Filadelfia en los que vivió antes de trasladarse a California. La misma que, antes y después, ha inspirado su verdadera faceta creadora: la de artista plástico.
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