Director: Manuel Gutiérrez Aragón
España/Alemania, 1973, 83 minutos
Habla, mudita (1973) de Gutiérrez Aragón |
El debutante Manuel Gutiérrez Aragón tomó la coctelera. La abrió despacio, con sumo cuidado, e introdujo en su interior el Pygmalión de George Bernard Shaw (tal vez, no teniendo nada mejor a mano, se conformó con cualquiera de sus sucedáneos fílmicos). Lo regó todo con una buena dosis del Libro de Buen Amor del Arcipreste de Hita y añadió, por último, unas cuantas gotas de El pequeño salvaje de Truffaut. Como la mezcla era explosiva, y él lo sabía, la agitó suavemente (aunque algunas versiones difieren al respecto de este particular) y sirvió su contenido bajo el título de Habla, mudita. Corría el año 73...
Quien conozca la historia de las serranas narrada por Juan Ruiz se acordará sin duda de ellas en la escena en la que el mudo (Paco Algora) es perseguido y casi despojado de su ropa por Margarita y otras amigas suyas. Si el espectador sabe de lo acontecido entre el doctor Itard y el agreste Víctor es forzoso que piense en ellos cuando Ramiro (José Luis López Vázquez) se afana en enseñar a articular algún sonido inteligible a la inocente mudita (Kiti Mánver), que ni se apellida Doolittle ni vive en Sevilla (aunque la abundante lluvia de los parajes cántabros en los que se rodó la película sea una maravilla).
En apariencia, el guion que escribieron conjuntamente José Luis García Sánchez y el propio Gutiérrez Aragón pretendía hacer hincapié en el atraso secular de las recónditas aldeas montañosas ancladas en una eterna Edad Media. Aunque, tratándose de un filme estrenado en las postrimerías del franquismo, es fácil pensar que la velada intención de los autores era plasmar un microcosmos que fuese metáfora de la sociedad española del momento: un país más amordazado que mudo y en el que la barbarie se acaba imponiendo sobre "los pocos sabios que en el mundo han sido".
En ese aspecto, la tragedia de Ramiro es la misma que padecieron quienes se atrevieron a intentar abrir los ojos de sus conciudadanos a través de la lucha política en la semiclandestinidad. No en vano, resulta curioso que apenas tres años después, con la incipiente llegada de la democracia, el grupo Jarcha popularizase la canción "Habla, Pueblo, habla", en clara alusión al título de esta peli.
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