Director: Ari Aster
EE.UU./Suecia, 2019, 171 minutos
Midsommar (2019) de Ari Aster |
Tras el visionado de un filme tan sumamente perturbador como Midsommar (2019) queda la duda razonable de si los hechos descritos remiten al culto pagano de una dañina secta nórdica o si, por el contrario, se trata del viaje lisérgico de unos jóvenes estadounidenses que han consumido sustancias psicotrópicas en el marco de una celebración folclórica de la Suecia profunda. Sea como fuere, lo cierto es que su director, Ari Aster, se postulaba, como ha vuelto a demostrar recientemente con el estreno de Beau is afraid (2023), como uno de los cineastas a tener en cuenta durante los próximos años.
La premisa de la que parte el excelente guion del propio Aster (una comunidad cerrada, anclada en usos y costumbres antiquísimos, a la que llegan elementos ajenos procedentes del mundo exterior) coincide a grandes rasgos con los de la mítica Único testigo (Witness, 1985), si bien la bondad amish que en su día retratara el australiano Peter Weir queda aquí bastante en entredicho.
Y es que lo antropológico y lo terrorífico se dan la mano en una cinta que comienza y acaba con un sacrificio ritual: el primero en forma de suicidio (subrayado, más adelante, con el paralelismo del Ättestupa o senicidio de una pareja de ancianos) y el segundo a través del fuego purificador de una solemne ceremonia expiatoria. Hasta el extremo de que Dani (Florence Pugh), que había perdido a su familia al inicio de la trama, acabará formando parte de otra mucho más amplia tras ser elegida Reina de Mayo por las mujeres del clan.
No obstante, son los altibajos de una relación de pareja en horas bajas lo que verdaderamente marca la esencia de una historia en torno a runas y enigmáticas ceremonias escandinavas (aunque la película se rodó en Hungría). Elementos, todos ellos, en la línea de lo ensayado en su día por Night Shyamalan en El bosque (The Village, 2004), pero desde una óptica más intelectual, dada la observación participante de algunos personajes que, como Christian (Jack Reynor) o Josh (William Jackson Harper), aspiran a escribir una tesis doctoral a propósito de las costumbres de los Hårga.
Parece un relato poco convencional, pertubador, si se quiere, de una especie de hippismo puesto al día, aunque supongo que en todo caso esto es un poco reduccionista ¿Algo así?
ResponderEliminarSí, sería una definición que se acerca bastante a la realidad.
EliminarHola Juan!
ResponderEliminarMe resulta interesante esta trama que plantea, tomo nota del titulo. Hay un libro muy recomendable sobre los mormones, "Obedeceré a dios" de Jon Krakauer, el origen y como se fundo todo este "grupo" es realmente curioso.
Por cierto, esa foto final me recuerda al famoso anuncio de Coca-Cola de 1971: https://www.youtube.com/watch?v=1VM2eLhvsSM
Saludos y feliz semana!
Hola, Fran: gracias por la recomendación bibliófila. Y en cuanto al anuncio de Coca-Cola, sí que es cierto que tiene un punto terrorífico (como la comuna sueca de esta película).
EliminarSaludos.
Aunque en algunos aspectos se parece a un slasher al uso, lo cierto es que me sorprendió muy gratamente. El final es a la vez terrorífico y fascinante.
ResponderEliminarUn abrazo.
No sé si tuviste ocasión de ver el montaje del director (de casi tres horas), donde se aportan detalles mucho más explícitos en torno al extraño ceremonial.
EliminarUn abrazo.
Pues no, la verdad.
EliminarPues ya sabes: clica sobre el enlace...
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