Título original: Switching Channels
Director: Ted Kotcheff
EE.UU., 1988, 105 minutos
Interferencias (1988) de Ted Kotcheff |
Dos nominaciones a los premios Razzie (o anti-Oscars) fueron el único y triste palmarés cosechado por Switching Channels (1988), enésima recreación de un argumento y unos personajes cuyo estreno teatral se remonta a finales de los años veinte, pero que aspiraba a emular el éxito obtenido unos meses antes por James L. Brooks con Al filo de la noticia (Broadcast News, 1987). Sin embargo, antes que un remake convencional de The Front Page, pudiera decirse que la cinta que nos ocupa fue más bien una puesta al día de Luna nueva (His Girl Friday, 1940), el clásico de Hawks y una de las cimas de la screwball comedy que tomaba los personajes de la sátira creada por Ben Hecht y Charles MacArthur para darles un nuevo giro en clave romántica.
Tal y como allí sucedía, la pareja protagonista (unos Burt Reynolds y Kathleen Turner que, a su vez, tomaban el relevo de Cary Grant y Rosalind Russell) se verá envuelta en una doble trama donde lo profesional y lo personal van indisolublemente de la mano. Sólo que ahora, en lugar de transcurrir en una oscura sala de prensa o en la redacción de algún periódico sensacionalista, la acción se traslada al medio televisivo. Entre otras cosas porque la sociedad de aquel entonces vibraba al ritmo marcado por los espacios informativos de la pequeña pantalla.
Lo que sigue igual son las argucias del exmarido y director de una cadena de noticias que intenta retener a toda costa a su ya exmujer y mejor reportera para que no se case con el apolíneo Blaine Bingham (Christopher Reeve). Asimismo, la corrupción política, lejos de haber ido a menos, se manifiesta en todo su apogeo cuando un obtuso candidato a gobernador (Ned Beatty), en connivencia con el no menos lerdo alcalde de Chicago, decide utilizar la ejecución pública de un reo con finalidades electoralistas.
Pero los tiempos han cambiado y el hecho racial (presente en versiones anteriores, donde el condenado a muerte habría matado a un agente de color) cede su relevancia en favor de una crítica velada contra la pena capital. En ese sentido, la campaña que la cadena SNN lleva a cabo con tal de convencer a la audiencia sobre la necesidad de perdonar al reo Ike Roscoe (Henry Gibson) pone de manifiesto que amplios sectores de la opinión pública norteamericana comenzaban a percatarse del carácter anacrónico de las ejecuciones.
No recordaba la película hasta que mencionas a Christopher Reeve, entonces he caído en la cuenta.
ResponderEliminarEl personaje que interpreta resulta muy curioso porque padece miedo a las alturas, lo cual no deja de ser irónico tratándose del mismo actor que había dado vida a Superman. Por otra parte, el fracaso comercial de esta película le afectó muchísimo, hasta el extremo de que pasó cuatro años alejado de los platós de rodaje.
EliminarHola Juan!
ResponderEliminarLa tengo bastante olvidada, tendré que darle un vistazo. Como bien apuntas es curioso comprobar como ciertas líneas de pensamiento quedan patentes en la película. A veces me pregunto como retrataran en pantalla en un futuro a la actual sociedad norteamericana.
Saludos!
Pues la verdad es que no lo sé, Fran (aunque me temo que el retrato no será precisamente halagador).
EliminarSaludos.