Título en euskera: 20.000 erle espezie
Directora: Estibaliz Urresola Solaguren
España, 2023, 127 minutos
20.000 especies de abejas (2023) |
Se la ha comparado con Estiu 1993 (2017) de Carla Simón e incluso con El espíritu de la colmena (1973) de Erice, pero lo cierto es que la ópera prima de Estibaliz Urresola (Bilbao, 1984) es ya, por derecho propio, una cinta multipremiada en certámenes tan dispares como Berlín, Málaga o Hong Kong. Lo logra, además, abordando un tema tan delicado como es la identidad de género desde la más tierna infancia. Y, por si no fuera poco, su protagonista, Sofía Otero, ha hecho historia al convertirse en la persona más joven (con apenas ocho años) en ganar el Oso de Plata a la Mejor Interpretación. Con todo ese bagaje, no es de extrañar que 20.000 especies de abejas (2023) sea una de las sensaciones del momento, la película de la que todo el mundo habla y a la que aún cabe augurar (pues méritos no le faltan) un larguísimo recorrido. Entre otras cosas porque buena parte de sus diálogos están hablados en vasco, lo cual es siempre una buena noticia de cara a potenciar la presencia en los medios de nuestras lenguas cooficiales.
En cuanto a lo que sería propiamente la esencia de los hechos que aquí se exponen, llama enseguida la atención que la niña lo tiene todo muy claro desde un principio, mientras que son los demás personajes quienes no entienden por qué Aitor quiere que le llamen Cocó o más tarde Lucía. Las causas de dicha incomprensión obedecen, en realidad, a muy distintos motivos. La abuela materna, por ejemplo, una mujer sumamente religiosa, ha optado siempre por mirar hacia otro lado. Incluso cuando su difunto marido, un artista local de cierto prestigio, la engañaba con las modelos que fotografiada desnudas para su proyecto Sílfides. El padre, en cambio, es un tipo algo pusilánime y, por tanto, ausente la mayor parte del tiempo. El hermano chinchón y un poco bruto tampoco parece el más indicado para darse cuenta de lo que está ocurriendo, al igual que las vecinas del pueblo, incapaces de asumir que Lucía se siente atrapada en un cuerpo de niño.
En cambio, la madre (Patricia López Arnaiz), dada su condición de artista progre, se supone que debiera ser una aliada y, de hecho, no para de repetirle a Aitor que no hay cosas ni de niños ni de niñas. Sin embargo, y pese a que acepta con naturalidad que lleve el pelo largo o vestidos de chica, aún le queda un largo tránsito que recorrer hasta la plena aceptación de la sexualidad de su hij@. A este respecto, será la tía abuela (Ane Gabarain) quien mejor capte la sensibilidad especial de Lucía, quizá porque también ella, acostumbrada a "conversar" con las abejas y con el entorno natural que habita, es depositaria de una tolerancia innata que le permite conectar inmediatamente con la niña, aceptándola tal y como es.
La mirada infantil de unas criaturas desprovistas de los prejuicios e hipocresía de los adultos confiere al relato ese particular sosiego que tan bien encaja con el intimismo, plagado de silencios, de muchas escenas. Indudablemente, se palpa la incomunicación entre los miembros de la familia, así como la crisis de pareja entre unos padres hasta tal punto preocupados por recriminarse mutuamente sus errores que sólo al final tomarán conciencia del dolor que atormenta a la cría cuando ésta, entre lágrimas, verbalice la pregunta clave de su dilema interior: "¿Por qué yo no puedo saber quién soy?"
Muy interesante y actual la propuesta de la que ha oído y leído buenas críticas.
ResponderEliminarTiene mucha fuerza: seguro que le reportará muchos reconocimientos a su directora.
EliminarHola Juan!
ResponderEliminarNo es un tema fácil de abordar. Últimamente (quizás por la llegada de los nietos a nuestra vida) suelo pararme a leer bastante sobre asuntos como este, precisamente hace unos dias una pareja de amigos nos contaban un caso similar en el colegio de su hija. Por cierto, ¿que te pareció el revuelo que se formo con lo del premio a Sofía Otero? Creo que han cambiado el limite de edad para la próxima edición, algo he oído.
Tengo que verla.
Saludos!
Desde luego que no es fácil. Pero, por otra parte, el hecho de que sea un asunto de candente actualidad ayuda bastante. Respecto a la controversia sobre los niños actores poco puedo decir: ya se armó gorda con Andoni Erburu en "Secretos del corazón" y siempre habrá quien se oponga a que sean premiados. Para mí la cuestión no es ésa, sino si verdaderamente es necesario que existan los premios.
EliminarSaludos.