Título original: Trzy starty
Directores: Ewa Petelska, Czeslaw Petelski y Stanislaw Lenartowicz
Polonia, 1955, 103 minutos
Tres inicios (1955) de VV.AA. |
Muy célebres debían de ser estos filmes de episodios en la Polonia comunista teniendo en cuenta que es el segundo de tales características, tras Tres relatos (Trzy opowiesci, 1953), que comentamos con pocos días de diferencia. Y de nuevo el matrimonio Petelski firmaba un par de segmentos, mientras que el tercero corrió a cargo de Stanislaw Lenartowicz (1921–2010). Aparte de su tono amable, el denominador común de las tres historias que integran Trzy starty (1955) sería el trasfondo deportivo de todas ellas, vinculado a la ética de unas jóvenes promesas, pertenecientes a distintos ámbitos, que experimentan algún fracaso en el inicio de sus respectivas carreras. Así, por ejemplo, la nadadora del primer capítulo destaca por una disciplina intachable hasta que un desengaño amoroso le hace perder la seguridad en sí misma. En cambio, el púgil del segundo fragmento será descalificado por haberse visto envuelto en una reyerta callejera con otros alborotadores. Finalmente, la tercera y última parte gira en torno a una accidentada carrera ciclista.
Quizá lo más original de una cinta más bien intrascendente (para qué nos vamos a engañar) reside, tal vez, en la manera en que los distintos episodios se van engarzando en la trama. A este respecto, un grupo de hombres, entrenadores de las disciplinas deportivas arriba indicadas, coincide en un vagón de tren. Los cuales, por aquello de amenizar el viaje, irán rememorando las anécdotas más relevantes que han vivido como profesionales. De modo que lo que ve el espectador no es sino cada uno de esos flashback.
No hace falta recalcar la utilización que los regímenes del bloque socialista hicieron de las gestas deportivas de sus atletas para darse cuenta de que probablemente esta película encierra algún mensaje de tipo propagandístico. En todo caso, es el carácter moral de las situaciones (el deber cívico frente a la esfera personal) lo que determina el enfoque de unos dilemas cuyo desenlace viene, en buena medida, condicionado por las directrices de la industria cinematográfica polaca.
Con todo y con eso, dado el carácter ligeramente cómico que los tres directores imprimen a la puesta en escena, ni la nadadora ni el boxeador ni el ciclista se verán expuestos a unas tribulaciones excesivamente severas. Ni siquiera ese jovencísimo Polanski de apenas veinte años que interviene fugazmente en el segundo segmento y que comenta divertido con su hermana en la ficción el combate pugilístico que en aquel preciso instante están retransmitiendo por la radio.
Es cierto que puede que haya un fondo aleccionador en las historias.
ResponderEliminarLo más probable, aunque ello forma parte de su encanto.
EliminarHola Juan!
ResponderEliminarLa de títulos que nos estas descubriendo, eres una especie de Howard Carter cinéfilo...jeje
Llevo varios días desde que comenzaste con Polanski dándole vueltas a su parecido con alguien y no doy con el nombre...
Saludos!
A mí me recuerda a Christian Slater cuando era algo más joven. Y respecto a lo de Howard Carter, pues sí: admito que tengo algo de arqueólogo (ayer, por cierto, vi en las noticias que se cumplen cien años exactos del descubrimiento de la tumba de Tutankamón).
EliminarSaludos.