Título original: Tori et Lokita
Directores: Jean-Pierre Dardenne y Luc Dardenne
Bélgica/Francia, 2022, 88 minutos
Tori y Lokita (2022) de los Dardenne |
Fieles a su proverbial austeridad, los Dardenne vuelven a la carga con Tori et Lokita (2022), uno de esos crudos dramas sociales que sitúan al espectador frente a la vileza de las nuevas formas de explotación en el seno de una sociedad teóricamente avanzada. ¿Nuevas? A decir verdad, las vicisitudes a las que debe hacer frente la pareja protagonista, dos menores africanos sin papeles, son consecuencia directa de la misma miseria de siempre. Sólo que hoy en día, desprovistos de reparos de cualquier tipo, los ciudadanos de la Europa del (aparente) bienestar prefieren mirar hacia otro lado.
La lucha diaria por la supervivencia de una adolescente y su supuesto hermano adquiere entonces proporciones heroicas cuando lo que está en juego no es sólo el saldar la deuda contraída con los intermediarios de la trata de personas, sino la propia integridad física. Y así, abocados a la amenaza continua de las mafias sin escrúpulos, Lokita (Joely Mbundu) y el pequeño Tori (Pablo Schils) terminarán trapicheando con sustancias ilícitas o, lo que es aún peor, transigiendo ante el dilema de la prostitución.
Sin embargo, no todo es tan sombrío en el universo particular de dos criaturas entre las que, a pesar de los pesares, se establece un fuerte vínculo fraternal. A este respecto, resulta verdaderamente enternecedor oírles cantar "Alla fiera dell'est", una antigua composición del cantautor Angelo Branduardi que alguien les enseñó durante su fugaz estancia en tierras italianas, previo paso a recalar en la inhóspita y fría Bélgica.
Lo demás responde un poco a lo de siempre, a los clichés habituales en el cine de denuncia de un tándem ya veterano cuya fórmula no parece tener fecha de caducidad. Por lo menos mientras en el mundo se sigan cometiendo abusos como los aquí descritos, sobre todo cuando las víctimas son seres vulnerables de inocencia mancillada, apenas niños que un buen día llamaron a nuestra puerta con la esperanza de reunir algo de dinero y enviárselo a sus padres en sus países de origen.
Es una pena que sigan teniendo que hacerse películas como esta y que parezca que las soluciones lleguen tan despacio, cuando llegan.
ResponderEliminarY todo por unos míseros papeles cuya denegación sistemática empuja a la delincuencia a los protagonistas.
EliminarHola Juan!
ResponderEliminarCreo que películas como esta que nos traes resultan mas que necesarias.
Hace unos días leía un articulo en el que se describía la odisea de una de esas personas que cada día se juegan la vida para dar con un lugar en el que vivir dignamente. Entre párrafo y párrafo necesitaba coger aire para digerir lo terrible de aquella experiencia.
Lo malo es que, por muy dura que sea la película, la realidad suele ser todavía peor.
EliminarSaludos.