Título original: Capriccio all'italiana
Directores: Mario Monicelli, Steno, Mauro Bolognini, Pier Paolo Pasolini, Pino Zac, Franco Rossi
Italia, 1968, 79 minutos
Capricho a la italiana (1968) |
Otra de las muchas películas de episodios que se rodaron en la Italia de los sesenta, auspiciada, en esta ocasión, por el mítico productor Dino De Laurentiis (1919–2010). Pasamos, acto seguido, a comentar cada una de las secciones que integran este Capriccio all'italiana (1968).
El primer segmento lleva por título La bambinaia ("La niñera", de Mario Monicelli) y no deja de ser un gag humorístico a partir de la idea de que los "deliciosos" cuentos de Perrault que una nodriza alemana (Silvana Mangano) explica a los niños que tiene a su cargo contienen escenas muchísimo más violentas que los cómics y novelas de quiosco que les ha prohibido leer.
El segundo, Il Mostro della domenica ("El monstruo del domingo", de Steno) gira en torno a un maduro e intolerante burgués (Totò) que vive obsesionado con rapar las melenas de todo joven beat que se cruce en su camino. Inspirándose en los héroes enmascarados de las tiras cómicas llegará incluso a hacer realidad su sueño, con el consiguiente malestar de la policía, alarmada ante semejante avalancha de jóvenes desaparecidos.
Perchè? ("¿Por qué?", de Mauro Bolognini) vuelve a ser otra boutade, ahora tomando como elemento principal la impaciencia de la esposa de un conductor (Mangano) durante uno de los frecuentes atascos en las vías de acceso a Roma.
Che cosa sono le nuvole? ("¿Qué son las nubes?", de Pasolini) reúne, por tercera y última vez, a Totò y Ninetto Davoli, marionetas encargadas de representar, junto con otros títeres, un peculiar montaje del Othello shakespeariano. Se trata, de hecho, de una aparición póstuma de Totò, ya que el genial cómico italiano había fallecido un año antes del estreno de esta película. La música, por cierto, corre a cargo de Domenico Modugno, quien, además de cantar el tema central, interpreta un pequeño papel.
Viaggio di lavoro ("Viaje de trabajo", con animaciones de Pino Zac y dirección, sin acreditar, de Franco Rossi) ironiza sobre el supuesto viaje oficial de la reina de Inglaterra (Mangano) a un imaginario Estado del África negra.
Por último, La gelosa ("La celosa", de nuevo de Mauro Bolognini) es una sátira matrimonial a propósito de los celos enfermizos de una esposa (Ira von Fürstenberg) empeñada en que su marido (Walter Chiari) la engaña con otra.
Con la salvedad del siempre lírico Pasolini, el resto de contribuciones pecan un tanto de una cierta frivolidad muy de la época, si bien es cierto que el sentido del humor que planea sobre todas las historias garantiza la carcajada en más de una ocasión.
Es cierto que hubo una especie de moda de hacer películas con capítulos diferentes. Pero casi siempre con el aliciente de contar con grandes realizadores.
ResponderEliminarImagino que comercialmente debía de salir a cuenta. Algo así como cuando dos artistas musicales realizan una gira conjunta.
EliminarLa vi hace tiempo, pero de todos los segmentos el que me ha quedado en la memoria es el de las marionetas, con Totó y Ninetto Davoli.
ResponderEliminarSaludos.
Es el más logrado de todos, sin duda.
EliminarSaludos.
El episodio de Pasolini introduce un curioso discurso sobre la representación (por otra parte, una preocupación habitual en su cine).
ResponderEliminarUn abrazo.
Sí, es un planteamiento un poco pirandelliano.
EliminarUn abrazo.