Título original: Una giornata particolare
Director: Ettore Scola
Italia/Canadá, 1977, 106 minutos
Una jornada particular (1977) de Ettore Scola |
8 de mayo de 1938: el Führer es recibido en Roma por las máximas autoridades fascistas y miles de italianos enfervorizados se echan a las calles para ser testigos de tan solemne ocasión. Todos menos dos: dos almas solitarias, a priori antagónicas, a las que el destino y una común sumisión a los valores imperantes unirán durante unas horas de un día muy especial...
Con un planteamiento eminentemente teatral, el guion de Una giornata particolare (1977) pivota en torno a una pareja mítica de actores que, habiendo marcado época, aún reservaba para la posteridad este auténtico tour de force interpretativo. A grandes rasgos, tanto Antonietta (Sophia Loren) como Gabriele (Marcello Mastroianni) representan la sensibilidad pisoteada en un contexto en el que los valores exageradamente masculinos del fascismo no toleran ni los derechos de la mujer ni, mucho menos, la posibilidad de que los homosexuales tengan cabida en el régimen totalitario del Duce.
Estamos, por tanto, ante una película bellísima cuya vigencia absoluta la convierte no sólo en un clásico, sino en una obra maestra atemporal. Repleta, además, de pequeños detalles enormemente perspicaces, a menudo relacionados con el pudor de ella (recogiendo la colada en el terrado, por ejemplo, niega que sea suya una camiseta agujereada que luego, cuando el hombre no mira, se apresura a meter dentro del cesto; o antes, al disimular un roto de sus medias). Una mujer, por cierto, que anhela liberarse de sus ataduras, aunque sea momentáneamente, como la urraca parlanchina que se escapa de su jaula y que, al refugiarse en casa del vecino, motiva que ella y Gabriele se conozcan.
A este respecto, tampoco el espacio es baladí, considerando lo claustrofóbico que resulta el hecho de que la acción transcurra básicamente a caballo entre dos apartamentos, lo cual convierte al locutor de radio represaliado y a la resignada ama de casa en "prisioneros" mientras afuera, donde no paran de escucharse atronadoras proclamas, el mundo parece haberse vuelto loco. El caso es que la unión pasajera de esas dos personas tiene algo de venganza contra lo establecido, de burla incluso que, salvo la portera fisgona, sólo ellos conocen. Algo parecido al guiño que se permite Ettore Scola al darle uno de los papeles secundarios a una nieta de Mussolini que, a su vez, era sobrina de Sophia Loren en la vida real y su hija en la ficción.
Totalmente de acuerdo. Una película bellísima, una historia sobrecogedora, una puesta en escena tan sensible como perspicaz, dos intérpretes excepcionales.
ResponderEliminarUn abrazo.
Sí, poco más se puede añadir. En cualquier caso, y en esa misma línea, si no la has visto ya, te recomiendo encarecidamente "Los camaradas", que comenté hace unos días.
EliminarUn abrazo.
Una preciosa metáfora.
ResponderEliminarQue, por desgracia, no ha perdido ni un ápice de su vigencia.
EliminarHola Juan, cómo estás?
ResponderEliminarMe declaro a los cuatro vientos un ignorante en cuanto al cine que has estado reseñando.
Disfruto de las reseñas y aprendo, lamentablemente tengo poco que aportar.
Un abrazo
Bueno, no sé: si tienes antepasados italianos, quizá te puedan resultar familiares algunos de los temas que abordan estas películas.
EliminarAbrazos, amigo Frodo.