Título original: Leo the Last
Director: John Boorman
Reino Unido, 1970, 104 minutos
Leo el último (1970) de John Boorman |
Una insólita película a propósito de un aristócrata quijotesco, último representante de una estirpe de monarcas europeos que perdieron el trono, pero no su orgullo. Sin embargo, cuando el tal Leo (Marcello Mastroianni) aterriza en la lujosa mansión londinense que su padre le ha legado, se interesa de inmediato por las familias de origen africano que habitan en el barrio.
A pesar de que la cinta optó a la Palma de Oro en Cannes, donde el director John Boorman fue recompensado, además, con el premio a la mejor realización, lo cierto es que Leo the Last (1970) jamás gozó de excesivo predicamento ni entre la crítica ni a nivel comercial. Y es una lástima, porque cualidades no le faltan (atención a la extraordinaria banda sonora, cantada por Ram John Holder) a un filme originalísimo desde su propio planteamiento.
En primer lugar, porque en determinados momentos, sobre todo al principio, incluye comentarios en off de lo que parece ser una especie de tribunal que presenta y a la vez juzga a los personajes. Algo así como la conciencia de un hipotético grupo de espectadores. Por otra parte, la actitud escrutadora del protagonista, quien observa continuamente al vecindario a través de un catalejo, lo convierte en un voyeur al estilo de James Stewart en La ventana indiscreta (Rear Window, 1954).
Pero si hay algo que de verdad define una apuesta tan sui géneris es su espíritu combativo, muy en la línea de otros títulos británicos de la época como, por ejemplo, la explosiva If.... (1968). De lo cual se deduce que Boorman, aunque desarrollase buena parte de su carrera en Hollywood, compartía en el fondo la actitud iconoclasta de aquellos "Jóvenes Airados" (Angry Young Men) del Free Cinema. Buena prueba de ello es una sátira contracultural que aborda abiertamente las desigualdades sociales, con la mira puesta en cambiar el mundo, si bien a veces uno apenas llega a cambiar su calle y gracias.
Hay películas que pasan sin pena ni gloria sin que se sepa muy bien por qué.
ResponderEliminarÉsta fue una de ellas.
EliminarJohn Boorman, un realizador surgido tardíamente de entre los restos de aquel "free cinema", en su caso, vía televisión, se ha distinguido por su efectista y “moderna” concepción de la puesta en escena, en mi opinión, siempre supeditada a las corrientes del momento. Esta especie de fábula social con propuestas un tanto simplistas y ridículos toques fellinianos (quizás inspirados por la presencia de Mastroianni) ha envejecido francamente mal. O eso me parece (volví a verla hace unos cuatro años).
ResponderEliminarUn saludo.
Sí, por supuesto, tienes toda la razón. Sin embargo, en sus memorias Mastroianni recuerda esta película con cariño y por eso sentí curiosidad por verla.
EliminarSaludos.