Director: Pedro Almodóvar
España/Francia, 1997, 103 minutos
Carne trémula (1997) de Pedro Almodóvar |
Son varias las circunstancias que han contribuido a propagar una cierta aura de filme maldito en torno a Carne trémula (1997). De entrada, porque la tenía que haber protagonizado Jorge Sanz. Pero tras una semana de rodaje, y en vista de la falta de sintonía entre director e intérprete, Almodóvar decidió reemplazarlo por Liberto Rabal. Por otra parte, tampoco parece que hubiera un feeling excesivamente fluido entre el cineasta y Javier Bardem. Y, tal vez en menor grado, pero no por ello menos importante, el hecho de que estemos frente a una adaptación de una novela de la británica Ruth Rendell (1930-2015) —con auxilio del novelista Ray Loriga y Jorge Guerricaechevarría, colaborador habitual de Álex de la Iglesia, en la escritura del guion— también pudo ocasionar recelos por parte de quienes esperaban otra historia original salida del caletre del director manchego.
Sea como fuere, lo cierto es que la cinta contiene diversas referencias cinéfilas, siendo el elemento buñueliano el más destacable. Y no sólo por el hecho de que, en un momento dado, el personaje de Elena (interpretado por la italiana Francesca Neri) esté viendo por televisión una secuencia de Ensayo de un crimen (1955), sino, sobre todo, debido a la presencia en el reparto de la actriz Ángela Molina, quien, con su papel de Clara, se convierte en "oscuro objeto del deseo" de varios de los personajes masculinos.
El hecho de que la cinta tuviese un recorrido comercial modesto, en comparación con otros títulos de la filmografía de su director, así como que apenas recibiese algún que otro premio puntual (Goya al Mejor Actor de Reparto para José Sancho) acabarían situando a Carne trémula en ese inmerecido segundo plano al que antes aludíamos. Porque este drama pasional, a caballo entre lo hitchcockiano y la más pura tradición folletinesca, encierra situaciones absolutamente geniales, como, por ejemplo, la escena en la que Penélope Cruz rompe aguas a bordo de un autobús fuera de servicio, auxiliada, proféticamente, por una Pilar Bardem que, al cabo de los años, se convertiría en su suegra en la vida real.
Por último, la película contiene un trasfondo político, a propósito de la historia reciente de España, que se inicia en enero de 1970, en pleno estado de excepción declarado por las autoridades franquistas, y que, tras recalar en los juegos paralímpicos del 92, en los que David (Javier Bardem) se proclama campeón al frente de la selección nacional de baloncesto, finaliza con un comentario un tanto patriotero de Víctor (Liberto Rabal) a propósito de lo bien que se vive en democracia: "Por suerte para ti, hijo mío, hace ya mucho tiempo que en España hemos perdido el miedo".
Estupenda película.
ResponderEliminarAsí me lo parece, aunque no figura entre las más populares de su director.
EliminarHola Juan!
ResponderEliminarDesconocía ese dato a la hora de elaborar el reparto. Hace mucho tiempo que no la veo y apenas recuerdo ese detalle del televisor y "Ensayo de un crimen", me gustan ese tipo de guiños/homenajes.
Saludos!
Pues sí: parece ser que la relación entre Jorge Sanz y el director manchego no es muy fluida que digamos.
EliminarSaludos.