Director: Fernando Trueba
España/Francia, 1980, 94 minutos
Ópera prima (1980) de Fernando Trueba |
Plaza de la Ópera - Exterior día - Matías sale de la boca del Metro. Camina por la plaza. Matías llega a un kiosco de periódicos. Compra "El País". Echa a andar leyendo el periódico. Aparece Violeta, reconoce a Matías y le sigue. Lleva un violín. Matías camina impasible, leyendo. Pasan ante la fachada del Teatro Real, también Conservatorio Superior de Música. Sobre estas imágenes han ido apareciendo, sobreimpresionados, los títulos de crédito.
Óscar Ladoire y Fernando Trueba
Guion de Ópera prima
Tiene gracia que una ópera prima se titule precisamente así. Y que la acción arranque en la madrileña Plaza de la Ópera, adonde el protagonista se encuentra con su prima. Naturalmente, nada de todo esto es casualidad. Como tampoco lo fue el éxito cosechado por la cinta, que estuvo un año en cartel y representó a España en el Festival de Venecia. Por aquel entonces, finales de los setenta, Trueba era el crítico cinematográfico del diario El País, si bien ya había dirigido algún que otro corto. Sin embargo, hubo de ser Fernando Colomo, miembro destacado de la incipiente comedia madrileña, quien le animase a abordar su primer largometraje. El resto es de sobras conocido: iniciador de una saga de cineastas de renombre (completada por su hermano David y su hijo Jonás), responsable de una sólida filmografía y ganador de un Óscar por Belle Époque (1992).
Aunque, mucho antes que el de Hollywood, sería otro Óscar (en este caso Ladoire) el encargado de hacer despegar la carrera de Fernando Trueba. Y es que puede decirse, con toda justicia, que el personaje de Matías Marinero vendría a ser una suerte de alter ego a lo Woody Allen, eterno aspirante a novelista, padre divorciado, reportero de pacotilla y, en resumidas cuentas, individuo solitario en horas bajas. Todo ello en clave caricaturesca, por descontado.
Pero cuando Violeta (Paula Molina) irrumpa en su vida, la existencia del tal Matías dará un vuelco inesperado. Porque, de la noche a la mañana, el otrora cenizo recobrará la ilusión gracias a "una historia de amor donde nunca se dice Te quiero".
Entre los elementos que hacen de Ópera prima una película entrañablemente cercana cabe mencionar sus diálogos, frescos, ingeniosos, de una naturalidad cotidiana que pocas veces se ha dejado escuchar en el cine español, tradicionalmente dado al engolamiento artificioso. Todo lo contrario que aquí, donde lo que predomina es el desenfado y la sátira intelectual ligeramente desmitificadora. De ahí que Matías se burle del jipismo trasnochado de Paula y de su amigo Nicky, quienes planean trasladarse a Perú para celebrar la Fiesta del Sol, o de las composiciones musicales de este último: "Penderecki, Stockhausen... son unos estafadores. ¡Ruido! Todo el rato ruido... ¡Para eso prefiero el Metro!" Agudo sentido del humor, como se ve, que otras veces, en cambio, basa su efectividad en el retruécano o humorada lingüística. Como cuando Matías, refiriéndole a León (Antonio Resines) sus planes de futuro con Violeta, le confiesa entusiasmado: "¡Juntos iremos en busca del tiempo perdido!" Y el otro replica: "Mientras no perdáis el tiempo juntos..."
Una película irrepetible. Trueba nunca pudo reencontrar la inspiración de esta ópera prima; tiene películas más bien acabadas, mejores incluso, pero nunca ha podido recuperar esa frescura.
ResponderEliminarUn abrazo.
Probablemente porque una ópera prima suele ser el resultado de haber ido madurando un puñado de ideas durante varios años. Después, obligados por la presión de repetir el éxito de su debut, los creadores carecen ya de aquella inocencia de sus inicios.
EliminarUn abrazo.
Recuerdo el estreno de esta película, renovadora de la comedia española, como dices, muy fresca. Y todos ellos, muy jóvenes, debutantes en algunos casos.
ResponderEliminarRenovadora y rompedora: justo lo que necesitaba el cine español de aquel entonces para salir de su adocenamiento.
EliminarHola Juan!
ResponderEliminarMe trae muy buenos recuerdos. Supongo que hay películas que te salen una vez en la vida, estoy muy de acuerdo con la opinión de Ricard.
Esa imagen con la maquina de escribir en la bañera me recuerda a esa foto de Dalton Trumbo también escribiendo en la misma situación.
Saludos!
Pues no había caído en el parecido entre ambas fotos, pero ahora que lo dices tienes toda la razón: con lo mitómano que es Trueba, me juego lo que quieras a que está hecho a propósito.
EliminarVenga, saludos.