Director: Diego Mas Trelles
España, 2016, 87 minutos
Sexo, maracas y chihuahuas (2016) de Diego Mas Trelles |
No era un tipo apuesto que respondiese al perfil del típico Latin Lover. Y, sin embargo, Xavier Cugat (1900-1990) supo jugar sus cartas con una habilidad extraordinaria. Fue tal la popularidad por él alcanzada que contó con la amistad de varios presidentes norteamericanos y hasta trabajó para Al Capone, amén de haber participado en más de veinte producciones hollywoodenses y presumir de ser el descubridor de talentos tan rutilantes (y tan dispares) como Frank Sinatra, Rita Hayworth o Woody Allen.
O eso, al menos, es lo que se desprende de las múltiples declaraciones del violinista y director de orquesta contenidas en Sexo, maracas y chihuahuas, documental dirigido por Diego Mas Trelles a mayor gloria de un hombre, nacido en Gerona y emigrado a Cuba, que pasó en cinco ocasiones por el altar y al que no le hacía falta abuela a juzgar por la cantidad de veces que, en múltiples entrevistas y declaraciones de archivo, afirma haber sido el primero en esto, aquello y lo de más allá. Y es que, si al otro lado del Atlántico, por aquellas mismas fechas, Franco inauguraba pantanos que aplacasen la "pertinaz sequía", el avispado 'Cugui' (como le apodaban sus íntimos) inauguraba los casinos por docenas en la incipiente industria del ocio de Las Vegas.
Ya entrado en años, el otrora coleccionista de estrellas en el Paseo de la Fama y excelente dibujante decidió volver a su patria, estableciéndose en el Hotel Ritz de Barcelona, adonde solía dirigirse montado en un imponente Rolls-Royce dorado. Poco importa que luciese un aparatoso peluquín o que las inclemencias del tiempo hubiesen hecho mella sobre su figura hasta aproximarla a la de un viejo verde: octogenario e incansablemente vitalista, todavía seguía apadrinando a jóvenes promesas (entre ellas la hoy célebre Nina de OT) con la intención de catapultarlas a la fama.
Sin embargo, y a pesar de que la inmensa mayoría de personalidades que aportan su testimonio (Isabel Coixet, Javier Gurruchaga, Chucho Valdés…) alaban el legado del artista, no faltan voces discordantes como la del historiador Romà Gubern, quien tilda a Cugat de oportunista y personaje de reputación como mínimo dudosa. Sea como fuere, lo cierto es que hasta el final de sus días este catalán universal demostró un olfato inigualable para los negocios, ya fuese vendiendo pipas, chihuahuas o lo que se terciase.
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