Título original: La vérité
Director: Hirokazu Koreeda
Francia/Japón, 2019, 107 minutos
La verdad (2019) de Hirokazu Koreeda |
Por definición, resulta casi imposible que un cineasta, cuando es un verdadero autor, ruede una película en otro país y en otro idioma sin que se pierda algo por el camino. Y lo mismo podría decirse de un poeta que no escriba en su lengua materna. Hecha esta salvedad, conviene admitir que La vérité es una película que se deja ver con agrado. No tanto por su imponente reparto, encabezado por Catherine Deneuve junto a Juliette Binoche y Ethan Hawke, sino porque de principio a fin logra capturar una cierta atmósfera otoñal —muy zen, por otra parte— que es la esencia de la historia que nos cuenta.
La de una diva de la interpretación, Fabienne Dangeville (Deneuve), que acaba de publicar sus memorias y que ve, no sin cierto recelo disfrazado de autosuficiencia, cómo una nueva generación de actrices se dispone a tomar el relevo. Lo que, en su fuero interno, vive con el temor de que le arrebaten un protagonismo que ella considera que le pertenece en exclusiva. De hecho, ya vivió en el pasado una rivalidad semejante con una tal Sarah, hoy difunta pero idéntica a su joven compañera de reparto, cuyo recuerdo (como la Rebecca hitchcockiana) todo lo impregna. Por tanto, ni que decir tiene que la señora de marras, a fuerza de alimentar su ego, ha acabado desarrollando un carácter ligeramente insufrible. Extremo que, sucesivamente, corroborarán su hija (Binoche), su yerno (Hawke), su asistente (Alain Libolt) y hasta un abnegado marido relegado a cocinero.
Hay, en todo ello, mucho de ajuste de cuentas familiar, con especial insistencia a propósito de lo poco fiables que son los recuerdos. La memoria nos traiciona y, por ende, no existe la verdad objetiva, sino tantos puntos de vista como personas. O percepciones distintas respecto a una misma realidad. De ahí que Fabienne, ante las quejas que suscita entre su entorno más inmediato el contenido de su autobiografía, se excuse reclamando el derecho de cada cual a omitir o seleccionar los episodios de su vida según le plazca. Y hasta a embellecer los hechos con tal de agradar a su público.
Pero, a pesar de todo, la estrella también tendrá tiempo de reconciliarse con su hija, mejorar la comunicación con el yerno (aunque no hablen el mismo idioma) y entablar complicidades con su nieta. Porque no deja de ser una persona, al fin y al cabo, y esa coraza que se ha ido construyendo durante tantos años terminará por ceder para que pueda hacer las paces con el mundo y hasta dejar al descubierto la capacidad de convertir a la gente en tortuga según se le antoje. En cualquier caso, Koreeda apuesta por la misma fórmula que ya ensayara Truffaut en La nuit américaine (1973): la del cine dentro del cine, con un rodaje de un inverosímil filme de ciencia ficción que no deja de ser un espejo cóncavo en el que la otrora prepotente Fabienne verá reflejadas sus propias limitaciones.
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