Título original: Banshun / 晚春
Director: Yasujiro Ozu
Japón, 1949, 108 minutos
Primavera tardía (1949) de Yasujiro Ozu |
Dicen que soy muy meticuloso cuando se trata de la calidad de los pequeños detalles de la escena, o de los vestidos que llevan los actores. Es cierto. [...] En cualquier caso, aunque se pueda engañar al ojo de la gente no se puede engañar a la cámara de cine. Las cosas auténticas ganan cuando se ven filmadas...
Yasujiro Ozu
La poética de lo cotidiano
Traducción de Amelia Pérez de Villar
En su ya clásico estudio a propósito del cine de Ozu, Bresson y Dreyer, el también director Paul Schrader hablaba de un estilo trascendental que todos ellos tendrían en común. Y a fe que, al revisar Primavera tardía, hay determinados momentos en los que uno puede tener la sensación de estar viendo una película de cualquiera de los tres. Como, por ejemplo, esa manzana que el padre (Chishû Ryû) pela pacientemente en la última secuencia y que vendría a ser una suerte de metáfora visual a propósito de la soledad que el anciano sabe que le espera tras haberse roto el vínculo que lo unía con su hija (Setsuko Hara).
Porque, siempre a vueltas con la misma temática, Ozu (célibe recalcitrante que pasó casi toda su vida con su madre y que jamás llegaría a contraer matrimonio) incide por enésima vez en la presión social que el entorno ejerce sobre una mujer soltera para que se busque marido, agravada por la decisión paterna de volver a casarse él mismo en segundas nupcias.
Aunque, y ello resulta, asimismo, de enorme interés por lo que tiene de documento histórico, otro rasgo llamativo de Banshun son las alusiones que contiene a la reciente contienda mundial, apenas cuatro años después de su fatal desenlace, así como pequeños detalles (un anuncio de Coca-Cola, la señalización que marca los límites de velocidad en inglés...) que denotan la presencia americana en el país.
Una pareja que pasea sosegadamente en bicicleta bajo el sol; trenes que avanzan con la misma parsimonia con la que fluye la acción; la familia pasando el día en los templos de Kamakura; padre e hija embelesados durante una representación de teatro noh que parece salida de un filme de Mizoguchi... En definitiva, son muchos los instantes memorables de una película marcada por el habitual tono cadencioso que caracteriza la filmografía de Ozu.
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