domingo, 3 de noviembre de 2019

Don Juan Tenorio (1952)




Director: Alejandro Perla
España, 1952, 97 minutos

Don Juan Tenorio (1952) de Alejandro Perla


DOÑA INÉS: ¡Ay! ¿Qué filtro envenenado / me dan en este papel, / que el corazón desgarrado / me estoy sintiendo con él? / ¿Qué sentimientos dormidos / son los que revela en mí; / qué impulsos jamás sentidos, / qué luz, que hasta hoy nunca vi? / ¿Qué es lo que engendra en mi alma / tan nuevo y profundo afán? / ¿Quién roba la dulce calma / de mi corazón? BRÍGIDA: Don Juan...

José Zorrilla
Don Juan Tenorio
Acto III, Escena III (vv. 299-310)

La práctica totalidad de reseñas a propósito de la presente versión cinematográfica del Tenorio coinciden unánimemente en señalar su condición de "teatro filmado", como si ello fuera un defecto, tal vez obviando que la película se llevó a cabo con el firme empeño de dejar constancia del montaje de la Compañía de Teatro Nacional María Guerrero bajo la dirección escénica de Luis Escobar y Huberto Pérez de la Ossa. Los decorados y figurines, huelga decirlo, corrieron a cargo de Dalí.

Aclarado lo cual, convendría destacar, por lo ingenioso de su concepción teatral, algunas de las soluciones dramáticas que entonces se adoptaron. Tal es el caso, por ejemplo, de la turbadora presencia sobre el escenario de las Parcas que, según reza una advertencia en los títulos de crédito iniciales, "representan […] la fuerza diabólica que empuja a don Juan hacia su perdición". De modo que, envolviendo con sus hilos el cuerpo de don Gonzalo de Ulloa (Pablo Álvarez Rubio) y, más tarde, el de doña Inés (Mari Carmen Díaz de Mendoza), prefiguran la muerte inminente que espera tanto al padre como a la hija.

Enrique Diosdado en el papel de don Juan Tenorio


De la labor de Pérez de la Ossa como profesor de declamación en el Conservatorio de Madrid dan buena fe los actores del elenco, encabezado por Enrique Diosdado (Tenorio) y José María Rodero (don Luis), recitando los versos de Zorrilla con la vehemencia propia de los grandes clásicos. Un empaque que hoy se nos puede antojar excesivo, cierto, pero que convierte al filme en preciado documento a la hora de entender cuál era el método empleado por la escuela interpretativa de aquel entonces.

Y poco más se puede añadir: la trascendencia del texto original, con su final apoteósico, hace ya mucho tiempo que perdió su razón de ser. Y por más que en algún teatro se siga representando cada primero de noviembre, el Tenorio, tal vez a causa de su discutible trasfondo misógino, terminaría por convertirse en pasto de parodias entre lo humorístico y lo grotesco. A este respecto, se cuenta que el mismísimo Valle-Inclán, luciendo aquellas barbas tan largas que gastaba, bordaba el papel de Brígida...

"¿No es cierto, ángel de amor...?"

2 comentarios:

  1. Una pel·lícula entranyable i tot un document teatral del passat no tan llunyà. Encara em sorprèn la popularitat de l'obra i de les seves nombroses paròdies humorístiques.

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    1. El personatge, tanmateix, va ser objecte d'anàlisis profundes i desmitificadores com la de Marañón.

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