Título original: Reminiscences of a Journey to Lithuania
Director: Jonas Mekas
EE.UU./Reino Unido/Alemania, 1972, 88 minutos
Reminiscencias de un viaje a Lituania (1972) de Jonas Mekas |
Filme caleidoscópico donde los haya, de un poder evocador irresistiblemente sencillo y profundo al mismo tiempo, estas Reminiscencias... que Jonas Mekas tuvo oportunidad de filmar con motivo del regreso (momentáneo) a su país de origen representan la máxima expresión de una forma de entender el arte cinematográfico en la que espacio y tiempo se confunden con la propia circunstancia personal del autor.
Mekas (1922–2019), un "desplazado", como a él mismo le gustaba decir, vuelve a su Lituania natal pertrechado con la inseparable cámara Bolex que lo hizo célebre y en compañía de su hermano Adolfas para reencontrarse con parientes y paisajes que llevaba casi treinta años sin ver y que recogerá en forma de diario filmado. Resulta especialmente emotiva, al respecto, la semblanza que realiza de la madre, una anciana frágil y cordial, con pañuelo en la cabeza, cuyo rostro surcado de arrugas es el vivo retrato de una existencia accidentada y repleta de padecimientos.
Con todo, los destellos de lo cotidiano que se cuelan a través del objetivo de Mekas dejan entrever la alegría de vivir de unos hombres y mujeres que, a pesar de la carestía connatural a su condición (en aquel entonces) de decadente república soviética periférica, no dudan en cantar y bailar a todas horas o incluso gastar bromas sentados alrededor de la mesa de un convite familiar.
Sin embargo, la voz en off del propio cineasta nos recuerda que aquí y allá hubo campos de concentración que ya nadie recuerda. O una fábrica, todavía en pie, en la que fue brutalmente apaleado por no hacer bien su trabajo. Recuerdos amargos, más allá de la realidad tangible que capta la cámara, que acechan, inquietantes, en lo más profundo de su memoria de exiliado político. Quizá por ello, y ya en la próspera Viena, se cierra la crónica con las imágenes del incendio de un antiguo mercado que tal vez alguien provocase con la doble finalidad de deshacerse de él y también (¿por qué no?) advertir que es imposible sentirse a salvo en ninguna parte.
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