Título original: Dekalog, osiem
Director: Krzysztof Kieślowski
Polonia/Alemania, 1990, 55 minutos
Decálogo, ocho (1990) de Krzysztof Kieślowski |
"No dirás falso testimonio ni mentirás". Que la protagonista del capítulo octavo del Decálogo sea una distinguida profesora universitaria de ética no es precisamente casual, ya que lo que va a destaparse es un oscuro episodio de su pasado que pondrá en tela de juicio la presunta rectitud moral de la mujer.
Pero también asistimos a la trascendental confrontación de Elzbieta (Teresa Marczewska) con su verdadera identidad: la de la niña judía que en 1943 a punto estuvo de morir a manos de los nazis y que, milagrosamente, salvó el pellejo para convertirse, años más tarde, en una eminente investigadora norteamericana experta en el tema del holocausto.
El colaboracionismo es, por definición, uno de los asuntos más incómodos que puedan abordarse tanto en el plano de la ficción como, sobre todo, en el estrictamente historiográfico. De ahí que Piesiewicz y Kieślowski, ya de por sí ambiguos en el tratamiento de la mayoría de sus guiones, eviten en éste de un modo especial el hablar a las claras, limitándose a diseminar, aquí y allá, leves indicios que permitan desentrañar la auténtica naturaleza de los personajes. Como ese vecino de Zofia (Maria Koscialkowska) que presume orgulloso de su colección de sellos alemanes o el hijo ausente de la mujer, que se niega a vivir con ella porque quizá intuye la implicación que tuvo su madre con el genocidio.
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