domingo, 16 de junio de 2019

Una mujer italiana (1980)




Título original: Oggetti smarriti
Director: Giuseppe Bertolucci
Italia, 1980, 110 minutos

Una mujer italiana (1980)
de Giuseppe Bertolucci


Menos conocido que su hermano Bernardo, el cine de Giuseppe Bertolucci (1947–2012) plantea situaciones extremas. Como la de esta "mujer italiana" (el título original de la película era, en realidad, "objetos perdidos"), burguesa en crisis a cuya deconstrucción asistimos prácticamente en vivo y a lo largo de veinticuatro horas.

Atrapada en un entorno familiar asfixiante, Marta (Mariangela Melato) irá poco a poco abandonándose a su suerte, hasta casi olvidarse de quién es. El detonante de su desmoronamiento emocional, amén de un marido insoportable y una madre posesiva, será el encuentro (¿casual?) con Werner (Bruno Ganz) en la Estación Central de Milán.

Bruno Ganz y Giuseppe Bertolucci durante una pausa del rodaje

Al parecer, los dos habían sido amigos en la infancia, motivo por el que se irán insertando imágenes de la pareja en una remota playa del pasado. Instantáneas idílicas que contrastan con la sordidez del presente, marcado por el descenso a los infiernos de ambos, si bien él ya llevaba tiempo "allí" instalado.

Centro neurálgico de la ciudad, los andenes de la terminal son, en sí mismos, un microcosmos en el que Marta y Werner quedan atrapados. En sus concurridos apeaderos y monumentales vestíbulos se puede encontrar de todo: hasta un grupo de eritreos que reclaman la independencia para su país. Sin embargo, la atracción fatal que se produce entre el hombre y la mujer acaba desembocando en una espiral autodestructiva de la que Marta apenas será devuelta a la realidad gracias a la aparición providencial de su hija pequeña.


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