Directora: Eva Vila Purtí
España, 2017, 94 minutos
Penèlope (2017) de Eva Vila |
Despierta, Penélope, hija mía, para que veas con tus propios ojos lo que esperas todos los días. Ha venido Odiseo, ha llegado a casa por fin, aunque tarde, y ha matado a los ilustres pretendientes, a los que afligían su casa comiéndose los bienes y haciendo de su hijo el objeto de sus violencias.
Un pequeño pueblo entre las nebulosas cimas de Montserrat: Penèlope es la vieja costurera que cose y descose las hebras de sus ajados patrones. Al igual que el resto de vecinos, posee el temperamento de una generación avezada en superar mil y un escollos. Ulises, un anciano de poblada cabellera y barba blancas, regresa ahora a ese mismo lugar tras más de tres décadas de ausencia, aunque nadie, ni siquiera Penèlope, lo reconoce. Hecho que, más allá del mundo sensible, sugiere los impedimentos de todo ser humano a la hora de volver a su Ítaca particular...
Homero
Canto XXIII
Traducción de José Luis Calvo
Un pequeño pueblo entre las nebulosas cimas de Montserrat: Penèlope es la vieja costurera que cose y descose las hebras de sus ajados patrones. Al igual que el resto de vecinos, posee el temperamento de una generación avezada en superar mil y un escollos. Ulises, un anciano de poblada cabellera y barba blancas, regresa ahora a ese mismo lugar tras más de tres décadas de ausencia, aunque nadie, ni siquiera Penèlope, lo reconoce. Hecho que, más allá del mundo sensible, sugiere los impedimentos de todo ser humano a la hora de volver a su Ítaca particular...
Si Bajarí (2013), el anterior proyecto de la cineasta Eva Vila (Barcelona, 1975), supuso un imponente derroche de energía flamenca a cargo del clan Amaya, para la más sosegada Penèlope ha optado, en cambio, por trasladarse hasta los apacibles parajes de Santa Maria d'Oló, municipio de apenas mil habitantes donde reside buena parte de su familia, sito en la comarca barcelonesa del Moyanés y magistralmente captado por la tenue fotografía de Julián Elizalde.
Viendo la particular puesta al día que lleva a cabo Vila del mito homérico, se hace difícil no pensar en un ilustre precedente —Honor de cavalleria (2006) de Albert Serra— en el que otra figura portentosa de las letras universales, en este caso don Quijote, deambulaba por la Cataluña interior. No en vano, ambos directores nacieron el mismo año, luego no sería de extrañar que, por tratarse de miembros de una misma generación, compartan similares postulados estéticos.
Pero, como si de una parábola contemporánea se tratase, Penèlope puede leerse asimismo en clave política: que no faltan, en el trasfondo sonoro del día a día, continuas alusiones a un proceso que bien pudiera compararse con la fastidiosa presencia en la heredad del héroe desterrado de codiciosos pretendientes, ávidos de poder y dispuestos a adueñarse de sus más preciados bienes.
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