Título original: Le dialogue des Carmélites
Directores: Philippe Agostini y Raymond Leopold Bruckberger
Francia/Italia, 1960, 112 minutos
Diálogos de Carmelitas (1960) |
Menuda se ha montado hoy en las redes sociales a raíz del tuit de Pedro Sánchez con el que el Presidente del Gobierno pretendía rendir homenaje a Las 13 Rosas, las trece militantes de las Juventudes Socialistas que fueron fusiladas en Madrid por el régimen franquista el 5 de agosto de 1939. Gesto, en principio, loable si no fuese porque la imagen que acompañaba al mensaje, en lugar de mostrar a las auténticas víctimas, es un fotograma perteneciente a la película dirigida por Emilio Martínez Lázaro hace ahora once años...
Mártires que hayan dado su vida por defender unos ideales ha habido muchos y de muy distinto signo a lo largo de la historia. Como las dieciséis monjas carmelitas de Compiègne, guillotinadas el 17 de julio de 1794, durante el Reinado del Terror, por negarse a obedecer la Constitución Civil del Clero del gobierno revolucionario, que había mandado la supresión de su monasterio. Convertidas en símbolo de la resistencia pacífica, finalmente el Papa Pío X las beatificaría en 1906.
Las religiosas toman sus decisiones votando con bolas negras y blancas |
El hecho, que poco a poco fue adquiriendo ribetes de leyenda, sirvió de base para una novela de la alemana Gertrud von Le Fort (1876-1971), titulada Die letzte am Schafott ("La última en el cadalso") y ésta, a su vez, inspiraría una obra teatral de Georges Bernanos (1888-1948), así como una ópera en tres actos de Francis Poulenc (1899-1963) que se estrenó en La Scala de Milán en enero de 1957.
La película de Agostini y Bruckberger venía, pues, precedida de ilustres adaptaciones, por lo que no es de extrañar que, intentando estar a la altura, contase en su reparto con actrices de la categoría de Jeanne Moreau o Alida Valli. Una grandilocuencia digna de acontecimientos trascendentales que, ya en los títulos de crédito, se pone de manifiesto mediante la altisonante partitura compuesta por Jean Françaix. Sin embargo, y ésa es una de las pocas pegas que se le puede poner a un filme por lo demás notable, en determinados momentos la música llega a ser tan intrusiva que, queriendo precisamente subrayarlo, echa a perder el patetismo de la situación. Por ejemplo, ya casi hacia el final, en la secuencia de la inminente ejecución, ¿cuánta intensidad dramática se habría podido ganar si las hermanas, destocadas y con la frente bien alta, hubiesen avanzado en completo silencio hacia el fatídico patíbulo?
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