Director: Luis Lucia
España, 1957, 91 minutos
Un marido de ida y vuelta (1957) |
PEPE: La muerte me llevó muy oportunamente. Amigo Ansúrez, yo quería a mi mujer con toda mi alma. A fuerza de amor, le disculpé todo. Pero si viviera, seguro que acabaría odiándola. ¿Me comprende ahora? Así mi amor se ha conservado intacto...
La causticidad de Jardiel al servicio de un reparto excepcional: la adaptación cinematográfica de Un marido de ida y vuelta reunía en el mismo elenco a Fernando Fernán Gómez (el difunto Pepe), Emma Penella (doña Leticia: la reina de su casa) y otro Rey, Fernando, completando el jocoso triángulo en el papel de Paco. Cosa fina, desde luego, a juzgar por una lista de secundarios que en absoluto les iba a la zaga: Xan das Bolas, Antonio Riquelme, Mercedes Muñoz Sampedro, Lola Gaos y hasta José Luis López Vázquez haciendo de fotógrafo.
Que el humor de Enrique Jardiel Poncela (1901-1952) no tenía nada que envidiar al de Groucho Marx lo atestigua el sarcasmo de su epitafio: «Si buscáis los máximos elogios, moríos.» Boutade en la línea del "Perdone que no me levante" del cómico americano y cuya negrura, en cierta manera, conecta con el espíritu burlón de la obra que nos ocupa (lo de "espíritu burlón", por cierto, va con segundas: que hay quien sostiene que el mismísimo Noël Coward cometió la cobardía, valga la redundancia, de plagiar a nuestro Jardiel).
Pues eso, lo dicho: que hacer que un espectro vuelva del más allá para entorpecer el matrimonio en segundas nupcias entre su viuda y su mejor amigo es de una socarronería sólo parangonable con haberlo vestido previamente de torero y ponerle barba, aunque luego se la afeite. A fin de cuentas, bromear con la muerte es tan lícito como ironizar sobre cualquier otro tema y, en ese particular, tanto el dramaturgo como Fernando Fernán Gómez fueron consumados maestros.
Volviendo a la película, rodada en los estudios Chamartín de Madrid, la dirección de Luis Lucia se mantiene fiel a la esencia de la pieza adaptada (si bien introduce algunas localizaciones en exteriores, como la escena del cementerio o la visita a los tíos de Gracia en el campo) y tanto el ritmo que confiere a la acción como los diálogos, revisados por él mismo en colaboración con José María Palacio, contribuyen a que su puesta en escena sea más que notable.
Mercedes Muñoz Sampedro (Tía Etelvina) y Emma Penella |
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