Director: Josep Vidal
España, 2009, 45 minutos
La segunda de las proyecciones que, con motivo del Día mundial del patrimonio audiovisual, la Filmoteca de Catalunya ha consagrado esta tarde a Carles Barba ha sido el reportaje que le dedicara Josep Vidal en 2009 y en el que se desgranaban los pormenores de una biografía harto singular. Puesto que el hoy nonagenario cineasta amateur (nacido en Terrassa en 1923) desempeñó, sin embargo, en paralelo una lucrativa carrera como comerciante textil que le permitió vivir holgadamente en su residencia de Matadepera, disfrutando de aficiones que van desde la ópera a coleccionar cerámicas catalanas de los siglos XVII y XVIII.
De su madre, cordial e ingeniosa, le quedó, aun así, el mal recuerdo de la religiosidad intransigente. Lo mismo que de su progenitor, con quien nunca llegó a tener confianza plena. Padre él mismo de familia numerosa, Barba enviudó repentinamente poco después de haber superado la cuarentena, lo cual no fue óbice para que se casara en segundas nupcias con una muchacha de la burguesía barcelonesa de apenas veinte años. Juntos han viajado por todo el mundo, siempre pertrechado con el consabido tomavistas para retratar ciudades como París, a la que inmortalizó en una de sus películas a finales de los setenta.
De su madre, cordial e ingeniosa, le quedó, aun así, el mal recuerdo de la religiosidad intransigente. Lo mismo que de su progenitor, con quien nunca llegó a tener confianza plena. Padre él mismo de familia numerosa, Barba enviudó repentinamente poco después de haber superado la cuarentena, lo cual no fue óbice para que se casara en segundas nupcias con una muchacha de la burguesía barcelonesa de apenas veinte años. Juntos han viajado por todo el mundo, siempre pertrechado con el consabido tomavistas para retratar ciudades como París, a la que inmortalizó en una de sus películas a finales de los setenta.
Ya en la posterior mesa redonda, el periodista Toni Vall ha querido destacar la maestría del cineasta, leyendo fragmentos de un texto mecanografiado por el propio Barba en 1976 y que éste tuvo la amabilidad de facilitarle hace algún tiempo. Aparte de su calidad literaria (en él habla, por ejemplo, al referirse a determinadas señoras captadas por el objetivo de su cámara, de "mujeres feas como dragones", adjetivación que Vall confiesa que a él mismo jamás se le hubiera ocurrido), llama la atención la destreza del hombre no sólo capaz de salir corriendo al ser sorprendido en alguna de sus comprometidas filmaciones con cámara oculta, sino de tranquilizar a su "presa" con un simple: "Tranquilo: trabajo para Televisión Española..."
A pesar de la sordera del invitado, a la hora de las preguntas se ha logrado sacar en claro que el cine que más le influyó en su momento fue el francés y el italiano, de ahí las referencias a Fellini en el reportaje de Josep Vidal. Eso y que es muy exigente en casa, según confesión de su esposa: "Las siete de la mañana ya es media mañana para él; en el comer es maniático: el filete debe ser del becerro de oro [sic] y la trucha acabada de pescar; todos los días lee dos o tres diarios y me marca a mí lo que tengo que leer yo..." Genio y figura.
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