Director: Pedro Olea
España, 1976, 82 minutos
La Celestina en tiempos de la Transición
La Corea (1976) de Pedro Olea |
Harto original es el inicio de La Corea: enlazando con el final de su penúltimo filme (puesto que el inmediatamente anterior había sido Pim, pam, pum... ¡fuego!), Pedro Olea nos muestra el rostro de Concha Velasco renegando en el andén de una estación mientras se marcha el tren. Podríamos pensar que nos hemos equivocado de peli, pero no. Así terminaba la galdosiana Tormento (1974) y así empieza una película radicalmente distinta, centrada en la figura de Charo, Celestina moderna y madura madama que responde al sobrenombre de "La Corea" y a la que dio vida la actriz Queta Claver.
Ni la Velasco ni Rafael Alonso ni el resto de extras que participan en ese rodaje volverán a aparecer en pantalla: son sólo el pretexto para ambientar la llegada a Madrid de Toni (Ángel Pardo), un adolescente que a sus diecisiete años ha decidido abandonar el pueblo para probar fortuna en la capital. Allí mismo lo recibirá su paisano Paco (Gonzalo Castro), algo mayor que él y ya totalmente pervertido por los poco recomendables ambientes que frecuenta.
La de Toni es la típica historia del joven bienintencionado que, falto de otros recursos, acaba siendo devorado por la vorágine de la gran ciudad; la misma que ya contara John Schlesinger en Midnight Cowboy (1969). Y eso que, en principio, logrará caer en gracia en dicho submundo. Aunque no por mucho tiempo, ya que el destronado Sebas (José Luis Alexandre) no le perdonará el haberlo desplazado en los afectos de "La Corea".
Y planeando continuamente en el trasfondo de la trama, como una realidad incómoda, se encuentra la presencia americana en la base militar de Torrejón de Ardoz, los habitantes de la cual han requerido en más de una ocasión los servicios tanto de Charo como de Paco. El propio Toni se dejará caer por allí de vez en cuando, si bien su destino parece ser otro: el de gigoló especializado en mujeres de una cierta edad.
Pero a pesar de la insalubre pulsión carnal que se respira en ese complejo microcosmos cuyos hilos mueve y controla Charo, la única persona en la que Toni llegará a confiar es Vicky (Cristina Galbó), hasta casi convertirse en su amor platónico. Sin embargo, ni siquiera el escaso afecto que la joven pueda sentir por él logrará impedir que se acabe cumpliendo el aciago destino del muchacho.
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