EE.UU., 2015, 90 minutos
Anomalisa (2015) de Duke Johnson y Charlie Kaufman |
Cuando se estrenó Anomalisa nos pareció que la peli tenía buena pinta, pero, entre una cosa y otra, al final acabó siendo fagocitada por la vorágine de la cartelera y pasó de largo sin que tuviéramos ocasión de verla. Ahora, como cada verano, los cines Renoir le dan una segunda oportunidad a esta y otras cintas para goce y disfrute de los atolondrados que en su momento se la perdieron.
Y las expectativas se cumplen al cien por cien. Viendo Anomalisa uno piensa enseguida en películas como Being John Malkovich (Cómo ser John Malkovich, 1999): ¡y, ¿cómo no?, si ambas fueron concebidas por el mismo tipo! Charlie Kaufman, esta vez en colaboración con Duke Johnson, ha vuelto a crear una obra maestra rebosante de originalidad. Un filme que nos habla de la América profunda, donde los protagonistas no son héroes o villanos sino más bien neuróticos con sobrepeso. Enlaza, pues, con el universo de Alexander Payne o Richard Linklater, aunque se trate de una película de animación (detalle que, paradójicamente, le confiere más humanidad, en lugar de restársela).
Producida a través de micromecenazgo y rodada mediante la técnica de stop-motion, Anomalisa debía ser en principio apenas un cortometraje. Pero, poco a poco, la cosa se fue complicando hasta llegar a los noventa minutos actuales. En ellos, como, por otra parte, sucede tantas veces en el cine de los autores arriba indicados, tendremos ocasión de conocer una historia de soledad muy en la línea de Lost in Translation: la de un hombre de éxito (Michael Stone, autor de best sellers sobre atención al cliente) que, en realidad (gran contradicción), es víctima de sus enormes dificultades para conectar con los demás.
En ese sentido, y quizá sin proponérselo, Kaufman y Johnson han ideado una estética que recuerda a la de los cuadros del pintor Edward Hopper (1882-1967): enormes espacios cuasi desiertos en restaurantes y hoteles urbanos (como el aburrido Fregoli de Cincinnati donde tiene lugar la acción de Anomalisa) en los que alguna figura humana transmite una honda sensación de desamparo por el aislamiento al que se ve sometida. Dicha incomunicación se verá eficazmente subrayada por el hecho de que Michael se relaciona con personajes que siempre poseen la misma voz masculina (la del actor Tom Noonan), aunque sean mujeres. Únicamente Lisa parece tener voz propia, de lo cual se desprende que el resto sólo deben de existir en la imaginación del protagonista.
El codirector Duke Johnson en pleno rodaje |
En cuanto al uso de la banda sonora (la música incidental es de Carter Burwell), hay un par de ocasiones en las que, además, se viven momentos mágicos gracias a los temas "Girls Just Want to Have Fun" (cantado, en los ochenta, por Cyndi Lauper) y "None of Them Are You". Este último, con letra de Kaufman y música de Burwell, parece expresamente compuesto para el film, aunque a uno le queda la sensación de haber escuchado antes su misteriosa melodía: ¿a qué otra canción se parece? Si alguien tiene alguna idea, se admiten sugerencias.
Y nada más: ha sido un placer descubrir un filme de rara belleza, otro más en la interesante filmografía de Charlie Kaufman. Os dejamos con "None of Them Are You", ejemplo magistral de cómo se puede condensar la sinopsis de una película en escasamente cuatro minutos.
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