Director: Antonio Román
España, 1958, 77 minutos
Los clarines del miedo (1958) de Antonio Román |
A los héroes anónimos de la Fiesta. Nadie los recuerda porque no alcanzaron sus ilusiones y sueños de gloria. Muchos de ellos, sin embargo, dejaron sus vidas por esas plazas de los pueblos de España, y todos, su juventud...
Filigranas y Aceituno son dos toreros que sobreviven de aldea en aldea lidiando en modestas capeas. El primero (Rogelio Madrid) es un joven con la ilusión de abrirse camino, mientras que el veterano Aceituno (Francisco Rabal) dejó un día el oficio de limpiabotas para probar fortuna en los ruedos. Sin embargo, y por diferentes motivos, tanto al uno como al otro los atenaza el miedo. Lo cual es un serio problema en vísperas de una novillada. De todos modos, tras conocer a la bella Fina (la francesa Silvia Solar) tendrán un aliciente para superar el pánico y enfrentarse al toro. De hecho, Filigranas promete dedicarle la faena si hace caso omiso de la prohibición del estirado Juanito (José María Labernié) y acude a verlos a la plaza. Ella le corresponde con un rojo clavel que le lanza desde su balcón...
Rodada en Eastmancolor en la madrileña villa de Torrelaguna, Los clarines del miedo adaptaba una novela de Ángel María de Lera. No puede decirse que sea, ni mucho menos, un filme redondo, teniendo en cuenta que la acción parece condensarse excesivamente. Posee, eso sí, la fuerza de unos actores notables, sobre todo Paco Rabal, así como la penúltima aparición en pantalla del legendario Manuel Luna, quien interpreta al crítico taurino Antares. Es además interesante cómo intenta profundizar en la vertiente psicológica de quienes se juegan la vida frente al astado, mostrando sus debilidades y desmitificando la supuesta valentía de unos hombres cuyas miserias quedan al descubierto. Sería asimismo destacable el hecho de que el guion se recrea en la brutalidad de los lugareños, quizá con el objetivo de lograr el contraste con la lucha interior de los diestros.
Para los que la película sí que tuvo un significado especial fue para los debutantes Rogelio Madrid y Silvia Solar, ya que no solo supuso el inicio de sus respectivas carreras (él, por cierto, había realmente sido antes torero; ella, en cambio, había ya interpretado pequeños papeles en varias producciones previas) sino también el de su vida en común.
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