Directora: Ana Mariscal
España, 1953, 81 minutos
Segundo López, aventurero urbano (1953) |
En esta pacífica ciudad, nació Segundo López. Aquí pasó los primeros 47 años de su vida, dedicándose a jugar al tute, al julepe y a la rana; a la contemplación del paisaje extremeño y a emborracharse de vez en cuando para matar el aburrimiento. Jamás trabajó en nada este hombre bueno, analfabeto y sentimental porque pasó toda la vida al amparo de su madre, de quien acaba de heredar una modesta frutería. Segundo López, traspasó su industria, desprendiéndose con ello de lo único que todavía le ligaba a su pueblo. Y un buen día, sin pensarlo siquiera, emprendió el primer viaje de su vida...
Es una voz en off la que nos pone en situación: Segundo ha pasado su vida en una aldea cacereña de la que recién ha salido por vez primera tras haber heredado una modesta fortuna de su madre. Es, por lo tanto, alguien totalmente ajeno a la capital, hecho del que se derivan no pocos equívocos. De hecho, sólo alguien tan inocente como él podía hallar su alma gemela en un golfillo: "El Chirri". Él y Segundo se convertirán en uña y carne, aunque el muchacho opte por robarle la cartera al poco de haberse conocido. Porque la picaresca, pasada por el tamiz de Valle-Inclán, está también muy presente en este Madrid de pensiones cochambrosas que a duras penas se resiste a salir de la posguerra.
Debut en la dirección de la actriz Ana Mariscal (1923–1995) y filme particular donde los haya, Segundo López, aventurero urbano presenta a un quijotesco dúo que protagonizará las más delirantes correrías por Madrid al ritmo estridente de la música de organillo. Ninguno de los dos, por cierto, era actor profesional, ni el rústico Severiano Población ni mucho menos "El Chirri", lo cual aporta a la película una frescura y una credibilidad notables.
Es una voz en off la que nos pone en situación: Segundo ha pasado su vida en una aldea cacereña de la que recién ha salido por vez primera tras haber heredado una modesta fortuna de su madre. Es, por lo tanto, alguien totalmente ajeno a la capital, hecho del que se derivan no pocos equívocos. De hecho, sólo alguien tan inocente como él podía hallar su alma gemela en un golfillo: "El Chirri". Él y Segundo se convertirán en uña y carne, aunque el muchacho opte por robarle la cartera al poco de haberse conocido. Porque la picaresca, pasada por el tamiz de Valle-Inclán, está también muy presente en este Madrid de pensiones cochambrosas que a duras penas se resiste a salir de la posguerra.
Debut en la dirección de la actriz Ana Mariscal (1923–1995) y filme particular donde los haya, Segundo López, aventurero urbano presenta a un quijotesco dúo que protagonizará las más delirantes correrías por Madrid al ritmo estridente de la música de organillo. Ninguno de los dos, por cierto, era actor profesional, ni el rústico Severiano Población ni mucho menos "El Chirri", lo cual aporta a la película una frescura y una credibilidad notables.
Pero la de Segundo es una huida hacia adelante: no sabemos muy bien de qué, si bien lo cierto es que allá adonde va no le importa despilfarrar su dinero invitando a unos y a otros. De hecho, como le dirá al mozo de carga al descender del tren a su llegada a la estación, él viaja "con lo puesto".
Curiosamente, nada más llegar a uno de los puntos céntricos de la ciudad es enseguida abordado por un fotógrafo buscavidas (Tony Leblanc) que no dudará en aprovecharse de la afabilidad del aldeano para, mediante el consabido sablazo, desayunar a su costa. No es la única personalidad cinematográfica que interviene en la película: Carlos Fernández Cuenca, Manuel Mur Oti y el novelista Leocadio Mejías (guionista del filme) también cuentan con pequeños cameos. Incluso la propia Ana Mariscal se reserva uno de los papeles más entrañables: el de la muchacha enferma de la que se apiadarán Segundo y "El Chirri" y que aporta un bello toque poético en un ambiente en el que la sordidez y el esperpento son las notas dominantes.
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