Título original: Passion
Director: Jean-Luc Godard
Francia/Suiza, 1982, 88 minutos
Cine dentro del cine, el siempre rompedor Godard opta en Pasión por mostrar cómo un director polaco (Jerzy Radziwilowicz) rueda en Suiza una producción televisiva en la que se da vida, con la ayuda de actores, a algunos de los cuadros más célebres de la historia del arte: obras de Goya, Rembrandt (La ronda de noche), Ingres, Delacroix, El Greco, Watteau... Tableaux vivants a los que acompaña un fondo musical formado por el Réquiem de Mozart o el de Gabriel Fauré. Pero aún hay más: la dueña del hotel donde se aloja el equipo de rodaje (Hanna Schygulla), el dueño de una fábrica (Michel Piccoli), una de las obreras a la que despiden del trabajo (Isabelle Huppert)...
Y a pesar de las apariencias de criptografía que el cine de Godard pueda tener, es de sobras conocido el carácter humorístico presente en no pocos de sus filmes ya desde Al final de la escapada (À bout de souffle, 1960). En el caso de Pasión, lo podemos comprobar con la empleada de hotel contorsionista o el productor italiano que persigue a Jerzy gritándole que quiere una historia para su película. He ahí, sin duda, una forma de autoparodia con la que se pretende, por una parte, quitarle hierro al asunto, desmitificando el supuesto carácter intelectual de su filmografía y, por otra, burlarse de quienes sistemáticamente lo han rechazado acusándolo de crear galimatías sólo aptos para iniciados.
Sinceramente: he visto formas de tomar nota más cómodas... |
A fin de cuentas, ya dice el director polaco en un momento determinado de Pasión que hablar carece de sentido, pues lo realmente importante es actuar. He ahí una verdadera declaración de principios con la que se pretende justificar esta boutade y otras muchas de la filmografía de Godard...
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