Título original: Le tout nouveau testament
Director: Jaco Van Dormael
Bélgica/Francia/Luxemburgo, 2015, 113 minutos
El nuevo nuevo testamento (2015) |
¿Y si Dios viviera realmente en Bruselas? Original donde las haya, tanto visualmente como por lo irreverente de su punto de partida, la comedia de Jaco Van Dormael podría decirse que es la versión cínica de Amélie (2001). Son muchas y fácilmente reconocibles las similitudes que a nivel estilístico conectan El nuevo nuevo testamento con el imaginario de Jean-Pierre Jeunet. Sobre todo por esa voluntad de hacer el mundo mejor de lo que es, liberándolo de su insoportable grisura para convertirlo en un lugar más ameno.
Pili Groyne interpreta a Ea: ¿una nueva Amélie? |
De ahí que la pequeña Ea se cuele en el despacho de su padre para enviar desde el ordenador la fecha de defunción prevista para cada habitante de la Tierra. ¿Qué pasaría si realmente fuésemos conscientes de la cuenta atrás que nos separa del fatídico momento? Probablemente aprovecharíamos mejor el tiempo y, lo que es más importante, dejaríamos de implorarle a Dios por nuestra salud o bienestar al saber cuál es exactamente nuestro destino. Y eso es lo que sucede en la película, con el consiguiente desbarajuste que ello conlleva.
Aunque, lejos de incurrir en la blasfemia, se diría más bien que el filme retrata al Dios implacable del Antiguo Testamento, aquel que el poeta Blas de Otero describía en estos términos:
Según este punto de vista, su hijo JC habría sido el primero en plantarle cara para intentar cambiar la vida de los hombres (con escaso éxito, ciertamente, pues se lo pagaron crucificándolo). Pero ahora ha llegado el turno de su hija Ea, quien huirá de las iras paternas a través de una lavadora. Curiosa forma de escapar que parece emparentada con similares soluciones planteadas por Spike Jonze en Cómo ser John Malkovich (1999).
Y tras ella que se va el padre para darle su merecido, pese a que se expone a padecer en sus propias carnes la mayoría de penurias que él mismo ideó para fastidio del ser humano, desde la tostada que cae por el lado de la mermelada a la cola contigua a la nuestra que siempre avanza más rápido.
En su peregrinaje en busca de los nuevos apóstoles, Ea dará con los más variopintos personajes hasta completar una ideal nómina de dieciocho (como en los equipos de béisbol): un vagabundo, una muchacha con el brazo amputado, un niño enfermizo que quisiera ser niña... Y sabe escuchar en cada uno de ellos, detalle bonito del guion, la música de sus corazones: a veces La muerte y la doncella de Schubert, a veces "La mer" de Charles Trenet, a veces O Solitude! de Henry Purcell...
De nuevo un filme que cuenta con la participación del actor Benoît Poelvoorde (y con ésta ya son tres las películas protagonizadas por el belga que recientemente se han podido ver en nuestra cartelera: de El precio de la fama y 3 corazones hemos dado buena cuenta en este blog). Y otra vez la siempre atractiva presencia de Catherine Deneuve, en esta ocasión encarnando a uno de los apóstoles modernos, que rehace su vida junto a un gorila. Y ¿qué decir de la siempre genial Yolande Moreau en el difícil papel de mujer de Dios? Condenada a permanecer en silencio, pasa sus días dedicada a las tareas domésticas y a coleccionar cromos, aunque será ella, sin embargo, quien acabe dándole colorido al mundo.
Aunque, lejos de incurrir en la blasfemia, se diría más bien que el filme retrata al Dios implacable del Antiguo Testamento, aquel que el poeta Blas de Otero describía en estos términos:
"Alzo la mano, y tú me la cercenas.
Abro los ojos: me los sajas vivos.
Sed tengo, y sal se vuelven tus arenas.
Esto es ser hombre: horror a manos llenas".
Según este punto de vista, su hijo JC habría sido el primero en plantarle cara para intentar cambiar la vida de los hombres (con escaso éxito, ciertamente, pues se lo pagaron crucificándolo). Pero ahora ha llegado el turno de su hija Ea, quien huirá de las iras paternas a través de una lavadora. Curiosa forma de escapar que parece emparentada con similares soluciones planteadas por Spike Jonze en Cómo ser John Malkovich (1999).
Y tras ella que se va el padre para darle su merecido, pese a que se expone a padecer en sus propias carnes la mayoría de penurias que él mismo ideó para fastidio del ser humano, desde la tostada que cae por el lado de la mermelada a la cola contigua a la nuestra que siempre avanza más rápido.
En su peregrinaje en busca de los nuevos apóstoles, Ea dará con los más variopintos personajes hasta completar una ideal nómina de dieciocho (como en los equipos de béisbol): un vagabundo, una muchacha con el brazo amputado, un niño enfermizo que quisiera ser niña... Y sabe escuchar en cada uno de ellos, detalle bonito del guion, la música de sus corazones: a veces La muerte y la doncella de Schubert, a veces "La mer" de Charles Trenet, a veces O Solitude! de Henry Purcell...
De nuevo un filme que cuenta con la participación del actor Benoît Poelvoorde (y con ésta ya son tres las películas protagonizadas por el belga que recientemente se han podido ver en nuestra cartelera: de El precio de la fama y 3 corazones hemos dado buena cuenta en este blog). Y otra vez la siempre atractiva presencia de Catherine Deneuve, en esta ocasión encarnando a uno de los apóstoles modernos, que rehace su vida junto a un gorila. Y ¿qué decir de la siempre genial Yolande Moreau en el difícil papel de mujer de Dios? Condenada a permanecer en silencio, pasa sus días dedicada a las tareas domésticas y a coleccionar cromos, aunque será ella, sin embargo, quien acabe dándole colorido al mundo.