viernes, 29 de mayo de 2015

Aventuras y desventuras de un italiano emigrado (1974)




Título original: Pane e cioccolata
Director: Franco Brusati
Italia, 1974, 100 minutos

Aventuras y desventuras de un italiano emigrado (1974)


Las vicisitudes de los emigrantes del sur de Europa para abrirse camino en las opulentas sociedades del norte ha dado una filmografía notable integrada por películas como, por ejemplo, Españolas en París (1971), Tamaño natural (1974), Un franco, 14 pesetas (2006), 2 francos, 40 pesetas (2014) o Las chicas de la 6ª planta (2010). 

La comedia italiana Pane e cioccolata, dirigida por Franco Brusati e interpretada por Nino Manfredi, se centra en el caso de Giovanni Garofoli: tras un tiempo en Suiza intentando abrirse camino como camarero, parece que la Fortuna no acaba de sonreírle. Ni siquiera cuando entabla cierta amistad con un industrial compatriota suyo que prometía darle trabajo. Y, como es lógico, volver a Italia con las manos vacías es algo a lo que Garofoli no está dispuesto.

Una de las muchas situaciones embarazosas a las que habrá de enfrentarse Garofoli

Este Giovanni, al que encarna magistralmente Nino Manfredi, es un perdedor simpático (pero perdedor, a fin de cuentas), algo pícaro quizá, pero siempre encantador en su torpeza. Hace lo imposible por adaptarse al orden helvético, aunque fracasará en su empeño una vez tras otra. De modo que el choque cultural se perfila como algo evidente e inevitable. 

A los demás italianos que allí conoce no parece irles mucho mejor. Menos mal que Garofoli logrará encontrar algo de comprensión en su vecina Elena (Anna Karina), una griega exiliada que vive con su hijo Grigory (un niño virtuoso del piano). Pero se diría que la felicidad no fue concebida para los pobres, y así el bueno de Giovanni se irá degradando conforme avance la trama hasta llegar casi a renegar de sus raíces.

La picaresca a menudo está presente en esta película

Vemos pues que, a pesar de los gags, los ingeniosos diálogos o la vis cómica de Nino Manfredi, la tesis que subyace en el fondo de Aventuras y desventuras de un italiano emigrado es de lo más amargo. Como, por ejemplo, la escena en la que los desharrapados italianos observan absortos tras los alambres de un gallinero a los apolíneos hijos de los dueños mientras juegan y se bañan en su particular locus amoenus: altos, rubios y fornidos, dichos jóvenes representan el ideal que los emigrantes ansían en vano.

A juzgar por sus caras, no parecen concebir el mundo de belleza que se atisba más allá del gallinero

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