Director: José María Zabalza
España, 1958, 70 minutos
Entierro de un funcionario en primavera (1958) |
De tan negro que es el humor de Entierro de un funcionario en primavera (1958) resulta hasta grotesco enfrentarse a una película cuya carga subversiva reside en unas situaciones cuando menos surrealistas. Porque por más que su director, el vasco José María Zabalza (1928-1985), derroche enormes cantidades de sarcasmo con la excusa de caricaturizar los lugares comunes de todo contexto fúnebre, lo cierto es que éste su segundo largometraje dejaba entrever una visión cáustica de su realidad más inmediata. Que no era otra sino la gris España franquista de misa entera todos los domingos y fiestas de guardar.
De qué relación debió de tener la cinta con la censura de aquel régimen mísero no cabe albergar muchas esperanzas, considerando su temática y un escaso metraje que hace sospechar los estragos de la tijera por aquí y por allá. Lo que sí se sabe a ciencia cierta es que Zabalza había filmado en 1954, como trabajo de fin de carrera para el Instituto de Investigaciones y Experiencias Cinematográficas, un corto de apenas veinte minutos de duración en el que ya ridiculizaba el sepelio de un burócrata. De modo que cuatro años después, al abordar su segunda tentativa como cineasta profesional, optó por ampliar aquel ejercicio primerizo, añadiéndole material adicional hasta convertirlo en la sátira que nos ocupa.
Fruto de esa particular génesis, el filme adolece de una factura un tanto tosca, con sus diálogos doblados en estudio y unas interpretaciones marcadamente histriónicas. Lo cual no impide, sin embargo, que sobresalgan algunos de los tipos que integran su nutrido reparto coral. Como por ejemplo el plañidero profesional al que da vida Félix Fernández, que lo mismo presta sus servicios lacrimosos en velatorios que en enlaces matrimoniales (obsérvese la fina ironía), o el pobre carterista "cornudo" (Tony Leblanc) que encuentra la fotografía de su esposa en el interior de un billetero que ha birlado en el autobús...
Con todo y con eso, y a pesar de sus muchas imperfecciones, si por algo es hoy recordada esta cinta, narrada por la voz en off del propio finado (don Lupicinio Murga, 57 años), es por haber abierto la veda a tantísimas comedias negras que a partir de aquel entonces se realizarían en nuestro país gracias al ingenio de los Berlanga, Ferreri y Azcona de turno. Nombres ilustres, sin duda, que en lo sucesivo estaban llamados a continuar la senda a partir del modelo aquí iniciado.
Complicado hacer una sátira de la vida en la España de la época dadas las circunstancias.
ResponderEliminarDigamos que las circunstancias políticas no ayudaban.
EliminarNo se puede negar que es un título pionero.
ResponderEliminarUn abrazo.
Así lo admitía el propio Berlanga. En cualquier caso, unir los términos "funcionario" y "primavera" produce un contraste muy bien pensado.
EliminarUn abrazo.