Directores: Fernando Trueba, Javier Mariscal y Tono Errando
España/Reino Unido, 2010, 94 minutos
Chico & Rita (2010) de Trueba et alii |
Una agridulce historia de amor, cuyo argumento parece inspirado en la letra de algún bolero, sirvió de base para que Fernando Trueba y Mariscal realizaran la espléndida cinta de animación Chico & Rita (2010). Rodada con actores reales y después sometida a un meticuloso proceso de digitalización, el resultado es una película fresca con unos dibujos de trazo muy orgánico, fruto de la ardua labor de cientos de ilustradores repartidos por puntos del planeta tan distantes como Letonia, Filipinas, Hungría o Brasil.
Al mismo tiempo, se trata de un sentido homenaje a la figura del pianista y compositor cubano Bebo Valdés (1918-2013), amigo personal, aparte de colaborador de Trueba durante muchos años, y que, además de la dedicatoria explícita al final, es parte activa de la banda sonora. Aunque también salta de inmediato a la vista que el personaje central, tanto en su juventud como ya de anciano, comparte rasgos físicos y de carácter con el genial intérprete.
Una Habana colorista de finales de los años cuarenta, milimétricamente perfilada por Mariscal y su hermano Tono Errando, sirve de escenario en el que los protagonistas sueñan con llegar a ser algún día grandes estrellas de la música. Circunstancia que los llevará directos a los grandes clubs de Nueva York para codearse con los más célebres artistas de jazz del momento. Una nómina en la que sobresalen los nombres de Charlie Parker, Dizzy Gillespie o Ben Webster. E incluso algún que otro compatriota, caso del percusionista Chano Pozo, fallecido en un trágico episodio que recrea la película.
Sin embargo, lo verdaderamente destacable de un trabajo tan primoroso (nominado al Óscar en su categoría) no reside tanto en la sensualidad de la bella Rita o el drama interior que atormenta a Ramón, el amigo mánager que jamás será correspondido, sino en la reconstrucción llevada a cabo a la hora de reproducir el sonido de cuantos mitos desfilan por la pantalla. Y es que, en lugar de tirar de fonoteca, los responsables del proyecto optaron por reunir una pléyade de jóvenes (y alguna vieja gloria) capaces de tocar igual que aquellos ídolos de antaño a los que la trama rinde tributo.
Un guión muy manido y previsible, falto de originalidad, todo un contrasentido en un film que presume de ser muy original, pero a cambio de todo esto, con el recurso de la animación, permite que un film de bajo presupuesto y medios limitados, haga una recreación de La Habana y del New York de los 50, muy lograda, realista y con detalles casi exquisitos.
ResponderEliminarAdemás, está la música, verdadero protagonista de la película, a cuyo encanto queda subordinado el resto, la ola de melancolía que nos envuelve, hace que disculpemos otras cosas.
De acuerdo en lo que comentas respecto a la música, aunque yo no tengo tan claro que se trate de una producción "de bajo presupuesto".
EliminarTrueba y Mariscal recuperan con esta película espléndida una época maravillosa.
ResponderEliminarUn abrazo.
Desde luego, le devuelven su esplendor a los días de gloria de La Habana. De hecho, el que el anciano y empobrecido Chico rememore aquella época desde su presente mediocre contribuye a subrayar esa sensación nostálgica de paraíso perdido.
EliminarUn abrazo