Director: Ignacio F. Iquino
España, 1965, 79 minutos
Un rincón para querernos (1965) de Iquino |
La inconfundible huella de Azcona está presente en no pocos detalles de Un rincón para querernos (1965) de cuyo guion se hizo cargo junto con el propio Iquino. A priori se diría que ambos formaban una pareja insólita, el uno prácticamente un literato de prestigio, el otro obsesionado por hacer dinero con un tipo de cine concebido para su explotación comercial. Y, sin embargo, tal vez porque los polos opuestos se atraen (y aun se complementan), el caso es que el resultado fue una película bastante más interesante de lo que en un principio cabría suponer.
De entrada, el carácter documental de las escenas rodadas en plena calle durante los encierros del año 64 muestra una Pamplona sensiblemente distinta a la de la masificada celebración de hoy en día. Testimonio que, a fuerza de situar al matrimonio protagonista en un contexto tan poco favorable para unos recién casados como son los sanfermines, acaba por adquirir un gracioso aire cómico: la imagen de Vicen (Olga Omar) corriendo entre los toros con su maleta a cuestas representa el mejor ejemplo al respecto.
Pero es en la secuencia de la pensión, cuando el conde (Jorge Rigaud) y el resto de huéspedes organizan una fiesta de padre y muy señor mío, donde más a las claras se percibe la mano de Rafael Azcona. Por lo disparatada que llega a ser la situación, incluso con la persecución y sacrificio de un gorrino que corretea entre los muebles, resulta factible pensar que los guionistas tomaron como modelo al Mihura de Tres sombreros de copa. De hecho, una nota subversiva flota en el ambiente debido a determinados personajes como el susodicho conde, el señor Claudio (Gustavo Re) y, sobre todo, la inefable Annuska (Lili Muráti), la dueña de la hospedería.
Antes de eso, la escena del tren posee asimismo un cierto toque delirante, con todos esos viajeros, a cuál más peculiar, atosigando a los jóvenes esposos en lo que supone el preludio de las muchas incomodidades a las que deberán hacer frente durante su accidentada luna de miel. Toda una odisea a la que, por cierto, ya se alude en la animación de los divertidos créditos iniciales, confeccionados en los estudios de Francisco Macián.
Muy oportunas las fechas.
ResponderEliminar¿Imaginas rodar esa película hoy día en Pamplona tal como se pone aquello? Claro que para eso están los efectos digitales.
Pues sí. Aunque la esencia de lo que aquellas fiestas fueron antaño no hay retoque que lo arregle.
EliminarHola Juan!
ResponderEliminarDesde luego que lo has bordado, no se me ocurre ninguna película relacionada con San Fermín, ya estoy deseando verla. Anda que a quien se le ocurre ir allí de luna de miel, aunque bueno, en aquellos años seguro que el ambiente era otro.
Saludos!
Hombre, sí. Hay una película muy famosa ambientada en los sanfermines que seguro que has visto: "La trastienda". Aunque la gente la recuerda más por el desnudo de la Cantudo que no por los encierros.
EliminarSaludos.